
viernes, 31 de julio de 2009
A sangre fría

lunes, 27 de julio de 2009
Joya y oro
gracias le doy al Señor,
porque entre tanto rigor
y habiendo perdido tanto,
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor.
La vuelta de Martín Fierro (José Hernández, 1879)


- Del blog Causa y efecto, de mi querida Maga viajera, recibí el premio Joya, ya hace un tiempo, pero que no lo había olvidado. Intensa viajera, cortazariana maga, le hago mil reverencias. Muchas gracias.
- Del blog Le poinçonneur des lilas (me encanta esa canción), luzco orgulloso un premio Blog dorado. Orgullo por recibirlo y orgullo por quien me lo concede, uno de los descubrimientos más interesantes que he hecho últimamente en el mundo blog. Cada vez que entro, encuentro alguna sorpresa y hace poco encontré esta copa con mi nombre grabado. Poinçonneur, merci beaucoup.
viernes, 24 de julio de 2009
A la mañana siguiente

La despertó un ridículo tono que le había puesto al móvil. Durante un segundo, pensó en no contestar, pero finalmente alargó el brazo hacia la mesilla de noche y vio en la pantalla quien era. -¡Cómo no!- suspiró. Se sacudió la modorra con un par de cabezazos y tendida, cogió el teléfono. ¿Sabes que hora es, guarra? Su voz pastosa ni siquiera se parecía al agradable tono que usaba normalmente. Sí, aún en la cama. No, no estuvo mal. ¿No me preguntes eso? Bueno, es guapo, claro. Sí, muy agradable. Y giró su cuerpo en una sacudida, viendo el lado de la cama vacío. Colocó el brazo que no sujetaba el teléfono sobre las sábanas arrugadas. No ha tenido ni la delicadeza de despedirse. Lo que oyes. Ni me he enterado. ¿Te puedes creer cosa igual? Ya no pido ni que busquen una excusa elaborada. Con decir, me voy, nos vemos, ya te llamaré, con eso, me conformo. Pero no, tenía que tocarme el cabrón que se va sin decir ni mu. No sé, debo tener imán, porque éste me engañó como una tonta. Tenía buenas maneras. Me gustaba. Pero fíate tú de las apariencias. Ya no soy capaz ni de decirme que no volverá a pasar, que se acabaron los tíos... porque me conoces y esta conversación la tendremos alguna otra mañana más. Se tocó el pelo y se desperezó, haciéndose un ovillo. La luz entraba por las rendijas de la persiana, dando el reflejo directamente en sus ojos. Los cerró, molesta, y frunciendo la frente, sentenció: Pero una cosa te dijo, cuando me lo vuelva a encontrar me va a oír. Pienso montarle el mayor numerito que haya sufrido en su vida. Ya estoy harta. Éste va a pagar por todos los hombres que me han hecho daño en la vida.
Tras la puerta del dormitorio, cruzando el pasillo, en la cocina, un chico con el pelo revuelto llenaba dos tazas de café. Buscaba el azúcar en los armarios pero sin hacer el menor ruido, para no chafar el desayuno sorpresa. Incluso había tostado un poco de pan de molde. Le brillaban los ojos, y a pesar de la cara de dormido, sonreía.
sábado, 18 de julio de 2009
El nudo del ahorcado
Mandó a su mujer y sus hijos a la casa de la playa. Compró una botella de whisky y varios metros de una cuerda resistente y se preparó a poner en práctica la decisión más dura que jamás en la vida había tomado. Las razones eran múltiples; algunas de tremenda importancia, que habían conformado juntas un callejón sin salida, del que esa tarde estaba dispuesto a escalar. Escribió dos cartas, una dirigida a su familia y otra a la autoridad competente, ambas sinceras y directas. En esa situación tan cruda era mejor obviar los paños calientes. Como nunca había hecho un nudo de tamaña trascendencia, decidió informarse. En un buscador de internet, enseguida encontró la solución: Instrucciones para hacer un buen nudo de horca. Eran viñetas sencillas con una escueta instrucción, perfectas para el caso. Una vez previsto todo, se dio una larga ducha y eligió con cuidado la ropa que se iba a poner. Pensó que la pérgola de madera labrada del porche trasero sería lo suficientemente resistente. Frente al ordenador, con un vaso de whisky con hielo, comenzó a seguir las instrucciones para hacer el nudo, pero frente a lo que pensó en un primer momento, no era nada sencillo. Después de algunos intentos, consiguió algo parecido al nudo del ahorcado pero no estaba bien apretado y se deshacía al deslizarse. Se desesperó y se apuró de un tirón el vaso de whisky. Se bebió otro mientras escrutaba la cuerda en busca del error que había cometido. Probó una y otra vez, con más y menos cuerda, pero no conseguía hacerlo corredizo, o se quedaba flojo. Bebió una y otra vez también para infundirse ánimos. Pero el alcohol hacía que cada vez sus manos estuvieran más torpes y finalmente se quedó dormido en el sofá.
Al día siguiente, se despertó con la cuerda enredada al cuerpo. Era tarde y tenía una fuerte resaca. La cabeza le iba a estallar. Se levantó arrastrando las piernas como un boxeador noqueado y se tomó una pastilla. Vio las cartas, primorosamente colocadas sobre la mesa. Sintió una vergüenza atroz. Las rompió. Tiró a la basura el poco whisky que quedaba. Enrolló la cuerda y la dejó tirada en el garaje con el resto de herramientas de bricolaje, que por falta de tiempo, ya apenas usaba.
Imagen: Horca de la exposición "Antiguos instrumentos de tortura" de la Sala Alfonso XII de Toledo.
martes, 14 de julio de 2009
La mujer del teniente francés

-¡Oh Dios, querida, hay una mujer en el espigón! Con este temporal podría caerse al mar. Tenemos que hacer algo.
-Tranquilo Charles, sólo es Tragedia, como todos la llaman en el pueblo. Siempre está ahí y nunca le ha pasado nada. No te preocupes.
-¿Tragedia?
-Sí, Tragedia, la mujer del teniente francés. Es lo menos grave que se dice de ella, porque se le llama en el pueblo de algunas maneras que una señorita no puede repetir. Siempre está esperando que vuelva ese hombre. ¡Qué horror! Se pone en evidencia.
Ni se lo pensó. Charles corrió por el espigón de Lyme Regis, a pesar de que Ernestina gritaba que volviera. No podía permitir que le pasara algo a aquella mujer. El mar bramaba furioso, incontrolable, sin embargo ella no se movía. Cuando llegó al final, estaba totalmente empapado y ella seguía inmóvil, enlutada y con la mirada escrutando el horizonte. Señorita, es peligroso que permanezca ahí, podría ocurrir una desgracia, le advirtió. Y giró la cabeza lentamente, con desgana y clavó sus ojos de esfinge en Charles. Sin decir nada pedía ayuda. Fue entonces cuando él se dio cuenta que no era ella quien estaba esperando, sino él, a que llegara ese momento.
miércoles, 8 de julio de 2009
Rey Sol

Rey Sol, señor del cielo, tú, el que amarillea los campos, el que resquiebra los caminos, el que calienta mi piel, el que sonroja mis mejillas. Sol, el que ilumina las aguas, el que enciende el día, siempre por el mismo sitio, puntual, uno tras otro, haces crecer las flores y las marchitas, das la vida y la quitas con tu poder absoluto. Vigoroso Sol, empequeñeces la vida frente a ti, haces felices a unos y desgraciados a otros. Ansiado, adorado, odiado y celebrado Sol, rojo, amarillo, anaranjado, haz que tu imperio me sea próspero, que ría, que brinde, que goce del poder que me das con tus pertinaces rayos. Yo, pequeño vasallo, insignificante, que apenas puedo mirarte a la cara, me arrodillo ante tu esplendor, rogando que seas clemente, que me transmitas la fuerza necesaria para que no me agoste, para que el verano sea tan brillante como los de antaño. Tu sincero servidor aguarda en la sombra tu respuesta.
Julio y agosto son el imperio del sol, donde el verano es más duro y las fuerzas flaquean por el agotamiento. También es la época de la diversión, del esparcimiento, de los que, como hormigas, trabajan en el invierno y necesitan recargar pilas, vagueando como cigarras. Es el momento del año donde los colores son más luminosos. Las sandías crujen jugosas, los tomates rezuman y el agua sabe mejor. El verano sirve para tumbarse al sol y ser feliz. El verano no puede, ni quiere ser desgraciado. Así que, desde mi infinita travesía, os recomiendo una canción preciosa, para que rindáis tributo al sol, con una sonrisa en la cara, en cualquiera de sus ocasos veraniegos.
Vídeo: Nina Simone - Here comes the Sun (François K. remix) del disco- homenaje Nina Simone: Remixed & reimagined (2006).
Imagen: Puesta de sol en Capri.