miércoles, 31 de diciembre de 2008

El (re)cuento del año

¡Ah qué grande es el mundo a la luz de las lámparas! ¡y qué pequeño es a los ojos del recuerdo!


Siempre es lo mismo por estas fechas, repasamos como personas civilizadas lo bueno y malo que nos ha pasado en el año. Las alegrías, las despedidas, los golpes de suerte, aquel amigo que encontraste al cabo de los años, ese viaje que por fin hiciste... Un año da para mucho, pero luego tenemos la sensación de que se pasa volando. Risas, anécdotas para contar a los nietos o lágrimas amargas, hechos trascendentales o irrelevantes y rutina, mucha rutina. Yo tampoco me puedo abstraer de este rito. Y 2008 ha sido el año en que la isla de Capri se hundió para siempre en el Mediterráneo para dejar de existir. Y es duro dejar un hogar en el que habías vivido por largo tiempo para comenzar la aventura de buscar una nueva isla donde sentirse a gusto. Pero no me quedó otra opción si no quería sucumbir en el lecho marino. Hoy, 31 de diciembre, miro la puesta de sol y veo el agujero que dejó la isla, la ausencia perdida de lo que no pudo ser. Sin embargo no hay sitio para los gestos de dolor, ya no, la barca zarpó y sigo rumbo incógnito hacia el horizonte. Algunas noches me sigo acordando de las piedras de Capri, de las playas, del mar celeste a su alrededor, todo bajo la bruma de la duermevela. Por más que quiero no puedo recordar los arbustos de espinos o las rocas puntiagudas de la costa, que también existían. Ahora la isla sólo existe dentro de mí, idealizada, sin aristas, junto al resto de recuerdos.
La conclusión ante estos cuentos y recuentos suele ser la misma: que el año que entre sea mejor. Pero, procurad no ser conformistas con los deseos. No me gusta lo de "que me quede como estoy" porque si quiero algo en el futuro siempre esperaré que sea mejor que lo que tengo hoy. Luego ya la realidad se encarga de poner límites a las ilusiones, pero de momento a los deseos es mejor no ponérselos. Así que a todos los que un día tuvieron una isla y la perdieron:

FELIZ AÑO Y QUE EL 2009 NO PONGA LÍMITES A VUESTROS DESEOS.

Imagen: Puesta de sol desde Isquia, con Capri al fondo.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Día de Navidad

-¿Qué día es hoy, hermoso? -dijo Scrooge.
-¿Hoy? -repuso el muchacho-. ¡Toma, pues, el día de Navidad!


Se levantó el día de Navidad con ganas de no hacer nada. Con pasos pesados, se dirigió al salón para ver los restos que quedaron de la fiesta de anoche. El salón, como un campo de batalla, lucía un aspecto poco agradable, papeles en el suelo, copas a medio tomar aquí y allí y ceniceros llenos en cada rincón. La mesa, a la que se había retirado los platos tras la cena, seguía vistiendo su mantel lleno de migas con las servilletas hechas bolas encima. El árbol de Navidad apagado parecía desangelado con la luz de la mañana que entraba por las rendijas de la ventana. Subió de un tirón la persiana y esa misma luz cegó sus ojos medio cerrados por la resaca. Se dejó caer en el sofá y maldijo las navidades. Se dijo, gruñendo, que era la último vez que celebraba algo por Navidad. Aunque en el fondo sabía que esto no era cierto. El año próximo se volvería a liar con una fiesta similar. Pondría el árbol de nuevo y cocinaría y recibiría en su casa a aquellos a los que quería, como todos los años. Era imposible abstraerse a la Navidad. Se levantó con esfuerzo y fue recogiendo las copas que encontraba en su camino. Se sentó en la mesa de la cocina. El olor del café que se había calentado y el runrún del lavavajillas lo dejaron en trance. De repente, la alarma del móvil sonó. Abrió el SMS y leyó: FELIZ NAVIDAD. Ni siquiera se molestó en leer el remitente. Sonrió. Había merecido la pena.

Muchas felicidades a todos.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

En continuo movimiento

El hombre es una multitud solitaria de gente, que busca la presencia física de los demás para imaginarse que todos estamos juntos.


Sin dejar de movernos, anda cada cual con rumbo diferente. Esperando en masa que se ponga el semáforo, salimos a toda prisa. Raza nómada de seres que puebla cada rincón del planeta, de aquí a allá, habitando tanto el subsuelo como las áridas cumbres. Arremolinados, pacientes o impacientes, buscando a codazos el sitio que cada cual cree merecer. Itinerantes personas cruzando pasos de peatones que se cierran, quedando los rezagados a las ruedas de los rugientes coches que atraviesan las avenidas. Hombres y mujeres que llenan autobuses, tantos, que colapsan hasta rebosar todos los caminos. Atascos humanos en todas direcciones. Infantil muchedumbre sin voz, sin rostro, sólo con problemas, que camina perdida por las cuatro esquinas de la gran ciudad. Yo, también me muevo, soy uno más. Sigo los pasos del tropel de gente, haciéndome entender como puedo, sin conseguirlo la mayor parte de las veces. Miembro de una colectividad que no entiende nada, ni a mí, ni a nadie, porque un punto sólo juega un papel insignificante en una línea. Vamos y venimos, deambulando por las calles asfaltadas, como refugiados de una gran guerra, como exiliados de un país que ya no nos quiere. Elementos prescindibles que se arropan artificialmente para que la amargura de la soledad no prenda fuego en nuestros pechos. Por eso caminamos sin detenernos, cargados con bolsas o paquetes, como el camuflaje animal, para que en continuo movimiento parezcamos mayores y más importantes.

Finalmente, he vuelto de Madrid, con algunas cosas aprendidas y cierta esperanza en el horizonte. Nada sustancial, es cierto, pero posible en un futuro. Gracias a los que seguís leyendo y comentando en esta pequeña barca perdida en el mar.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Tragicomedia de los amantes

El corazón del hombre está hecho para reconciliar las más evidentes contradicciones.


- No sé como puedo soportar más tiempo esta situación. ¿Me merece la pena? No creo que haya sido para tanto eso que he dicho. Está exagerando, lo sé, pero cuál es el motivo para que se ponga así. Quizá ya no me soporte y explota en los momentos en que soy más vulnerable. Tal vez intente forzar la situación para que yo diga: hasta aquí llegamos. No lo sé. Lo más sensato sería que la tomara de las manos y nos sentemos ambos a hablar en serio e intenta llegar al fondo del asunto de esta discusión. Debería pedirle perdón si se ha sentido tan ofendida y dejarme de falsos orgullos. Tendrá sus motivos, aunque me gustaría conocerlos para que ese perdón fuera sincero. Eso haré... necesitamos hablar.

- ¿Cómo se puede quedar tan fresco después de lo que me ha dicho? Bueno, sólo lo ha insinuado esta vez pero yo sé que es lo que quería transmitir, porque ya son muchas indirectas como esa. Lo esconde todo bajo esa capa de ironía pero no se atreve a echarme nada en cara, como si yo fuese un ogro. Demasiado le estoy aguantando. Cuando hablemos querrá hacerme creer que no pasa nada, pero si no lo reconoce, me vuelvo loca. A lo mejor estoy siendo demasiado estricta. Muchas veces descargo toda mi frustración injustamente en él y sé que no se lo merece. Puede que ésta sea una de esas veces. Lo mejor sería sentarnos y hablar tranquilamente. Así es como solucionan los problemas los adultos.

Casi al mismo momento, ella y él decidieron derribar el frío muro que habían construido en su pequeño piso del extrarradio. Se encontraron cara a cara en el pasillo y, sin palabras, se fundieron en un emocionado beso. No fue necesario nada más. La paz estaba sellada.

Imagen: Estatuas al trasluz del palacio de Buckingham (Londres).

martes, 9 de diciembre de 2008

Los antros más bonitos del mundo

- Algunas veces, incluso si tienes las llaves, las puertas siguen sin poder abrirse, ¿no?
- Incluso si la puerta está abierta, la persona a la que buscas puede que no esté allí, Katya


Soledades alcoholizadas conviviendo en las barras de los antros más bonitos del mundo. Soledades a puñados, sumergidas en bourbon o en el relleno de la tarta de arándanos, soledades que duelen, aunque te encuentres en compañía, porque sólo es la compañía efímera de un bebedor solitario que por casualidad se coloca junto a ti. Bares llenos de historias, de duelos, de perdedores, de mujeres y hombres sin alma que dejaron sus llaves en un bote de cristal a la espera de que alguien las reclamara. Soledad del jugador de póquer bajo la mirada atenta del resto de oponentes con el corazón dividido en fichas con las que apostar cada noche, hasta que se acaben. Luces de neón que reflejan una voluntad perdida, caminos de asfalto cruzando desiertos que conducen de un lugar a otro, sin nombre, sin personalidad. Lo mismo una ciudad que otra, lo mismo un antro que otro. Y ante tanta desesperación, la esperanza de encontrar a alguien que recorra el mundo tan perdido como uno mismo, que vaya y venga por esos bares, sin rumbo y que por el más puro azar, tope contigo en la barra del siguiente bar.

Elizabeth (Norah Jones) necesita olvidar una ruptura, algo que no es nada sencillo cuando te has imaginado viviendo toda tu vida con la persona que ahora te traiciona. Jeremy (Jude Law) regenta un café donde los clientes entra y salen sin dar explicaciones. Arnie (David Strathairn) es un policía que no puede dejar de beber y se agarra cada día al consuelo de la barra de un bar. Sue Lynne (Rachel Weisz) vive encerrada en un pueblo, atada al hombre que la salvó, viendo como se le marchan sus oportunidades. Leslie (Natalie Portman) no quiere reconocer que ha perdido hasta la sombra de la mujer que fue en una mesa de póquer. Personajes, personas, como cualquiera otras, que luchan su vida como pueden en un mundo iluminado por frías luces de neón. Personas que ya no esperan nada pero que necesitan abrazos para no sucumbir.

Misteriosamente My blueberry nights (Wong Kar-wai, 2007) se estrena el día 12 de diciembre de 2008 en España. Digo misteriosamente, porque esta película abrió el Festival de Cannes en mayo de 2007 y ya se ha estrenado comercialmente en todo el mundo antes que aquí. Por eso, yo, y estoy seguro que el resto de seguidores de Wong Kar-wai, ya hemos visto esta película, antes de que llegue a los cines españoles. No sé cual es la razón de este retraso, pero le viene mal a una cinta que poco merece que la traten mal. He leído críticas durísimas: que es más de lo mismo del director chino, pero a mí que me den más de lo mismo si es como esto. Imágenes preciosas, banda sonora muy adecuada e historias adornadas tan bien como suele hacerlo Kar-wai. Un exquisito y lustroso trozo de tarta de arándanos esperando a ser pedido bajo las luces del mostrador.


PD: Por cierto, a los que me siguen en esta barca que vaga por el mar con rumbo insospechado, les aviso que no estaré demasiado disponible estos días. Estoy en Madrid, a la búsqueda de sabe dios qué. Aún así, procuraré actualizar lo antes posible pero no garantizo nada, espero que seáis comprensivos.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El presentador de informativos

Los periodistas dicen algo que saben que no es verdad con la esperanza de que, si lo siguen diciendo, acabará siéndolo.


Esto ha sido todo por hoy. Para más información, consulten nuevas ediciones del informativo. Recito esto con mi mejor voz neutral. Sintonía final y focos fuera. Recojo mis folios, me quito el maquillaje en el camerino y me subo al coche sin decir una palabra a nadie. Este no era el trabajo que yo había imaginado. Me siento mal por quejarme, siquiera por pensar en quejarme. Cualquier compañero mataría por la silla que yo hoy ocupo. Eso sin contar a todos aquellos que sufren en trabajos precarios. No, no tengo derecho a quejarme, por eso callo. Hoy incluso, camino de casa, me han parado dos veces en la calle para felicitarme. Sigue así, lo haces muy bien o te vemos en todos los días. Palabras que deberían honrarme pero lo único que hacen es ahondar más en mi herida. Sólo cuento lo que me dicen. Yo únicamente pongo la cara y la voz a las noticias. A veces ni me interesan, pero debo poner cara de interés. Otras veces, sirvo de portavoz de medias verdades interesadas, insidiosas siempre hacia los mismos y que favorecen justo a los contrarios. Ni siquiera estoy de acuerdo con aquello que digo, pero leo y callo todos los días. Hoy hubiera gritado en medio de la emisión, pero no lo he hecho. Hubiera dicho que esa noticia no era del todo como la había leído, que hay grandes huecos que no somos capaces de tapar y temas que no interesan, que recibimos telefonazos con presiones para dar "otro enfoque" que sea más positivo. Hoy hubiera contado que cuando llego a mi casa abro la puerta y el gélido abrazo de la soledad me recibe todos los días. Lo hubiera dicho, pero no lo he hecho, soy cobarde, me confieso. Soy un cuerpo vacío, sólo una voz que lee. Soy un hombre sin contenido.