lunes, 11 de mayo de 2009

El adivino de profesiones

Un hombre de experiencia sabe más que un adivino.

Cuando se jubiló, dejó de salir de casa. Su mujer estaba muy intranquila por él. Notaba tristeza y aburrimiento en su semblante cuando veían la televisión o comían uno enfrente del otro. Así que casi le apremió a buscarse una afición o un pasatiempo. No le gustaba leer, ni la música, ni el bricolaje, ni coleccionar cachivaches. Su vida antes del retiro se resumía únicamente a su trabajo como responsable de recursos humanos de una gran empresa y nunca tuvo hobbies o aficiones. Así que para calmar la preocupación de su esposa, decidió salir una mañana. No tenía rumbo fijo, ni ninguna intención, sólo quería conocer un poco el pulso de la ciudad al comienzo del día. Así que paseó un rato, compró el periódico y se sentó en una terraza a tomar un café. Cuando se cansó de la exploración urbana, decidió volver en autobús a su casa. En él, desganado, se dedicó a observar discretamente al resto de pasajeros. Gente de todo tipo y de todas las edades, mujeres y hombres que poblaban cada rincón de la ciudad. Para hacer más liviano el trayecto, pensó en probar un pequeño juego: adivinar por el aspecto de cada persona a qué se dedicaba. Al fin y al cabo esa era su especialidad cuando trabajaba. Albañiles, asistentas, vendedoras de ropa, estudiantes, cajeras de supermercado, camareros, todas los trabajos tenían un perfil propio. Enseguida adquirió la rutina y cada mañana se hacía la línea entera un par de veces montado en el autobús. Su mujer no sabía que hacía pero estaba muy contenta de que finalmente encontrara algo con que entretenerse. Pero su juego tenía un contratiempo: por más que se esforzara, nunca sabría con certeza si estaba en lo cierto adjudicando profesiones a los viajeros del autobús. No habría solución posible si no lo preguntaba directamente. Así que un día, junto a él, bajó en la misma parada una chica. Había coincidido con ella varios días pero no estaba seguro de a qué se podría dedicar. Antes de que autobús arrancara, le dijo: Señorita, le parecerá raro, pero me estaba preguntando si era usted profesora... quizá de inglés. Ella le miró extrañada por la pregunta pero contestó. No, soy cocinera en el restaurante de un hotel. Puso cara de decepción, le pidió disculpas y se despidieron. De camino a su casa, cabizbajo, con los hombros gachos, meditó en qué podía haberse equivocado. Era un caso difícil, se consoló. Aún así, pasó el resto del día ensimismado y cuando su esposa le preguntó que le pasaba, simplemente le dijo que saldría a pasear también por las tardes. Necesito depurar mi técnica. Ella no entendió nada pero creyó que así estaría más distraído.

19 comentarios:

Arezbra dijo...

Quizás la peor de las soledades sea no saber qué hacer contigo mismo. Que todo esté hecho, dicho...que ya no sirvas ni para escuchar todo lo que un silencio tan merecido como el del final de una vida es capaz de contarte.

JLO dijo...

a mi me mato la frase inicial... excelente...

salu2 master...


POP LIFE

brokemac dijo...

La chica pudo mentirle, al fin y al cabo ¿quién se para a escuchar a un atento solitario ya mayor que hace preguntas personales?, a menos que estés casi igual de solo/a.
Y por otra parte, ¿cuántas veces han ocupado los demás en nosotros, sin saberlo, un tiempo neutro para convertirlo con nuestra atención en interesante?
Jolines, es buenísimo. Un placer leerte.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Me recordó una vez en el médico, hasta arriba de pacientes impacientes... y me dediqué a adivinar sus nombres por su aspecto. Allí fue fácil saber si me equivocaba.

Justo dijo...

¿Te has parado a pensar a qué nos dedicamos tus blogueros? A lo mejor de algunos ya lo sabes porque lo hemos diciendo -si bien te quedará la duda de si es o no verdad, que en lo virtual nunca se sabe-.

Pero de la mayoría sólo puedes intuir, difícil porque a veces no sabes ni cara ni edad.

Arezbra estudiante de Álgebra, JLO boticario en prácticas, brokemac figurinista, Lúcida buscando su segundo empleo tras perder el primero.

Seguro que no di ni una. Pero a lo mejor tienes algún jubilado entre tus admiradores...

Un abrazo grande

Madame X dijo...

Una afición un tanto gris. En realidad es un hombre gris. Pero es una historia muy original.

A menudo, adjudicamos a la gente que nos rodea determinados perfiles que resultan estar en las antípodas de lo que son o de lo que sienten. Pero sentimos una cierta necesidad de clasificar y definir.

La propuesta de Justo me parece muy divertida. ¡Adivinemos!

Un besito.

princesadehojalata dijo...

Yo no estoy jubilada pero también juego a imaginar vidas ajenas. Les pongo todo, perro, hijos, si duermen solos, cuándo les abrazaron por última vez...

Estoy fatal.

Paco Becerro dijo...

Antes era frecuente jubilarse, encerrarse en casa... (con el terror que daba eso a las esposas que sufrían pensando en el temible día de la jubilación de los varones)... y en pocos años se moría uno.

Afortunadamente, las cosas cambian y ahora buscamos la jubilación, o la prejubilación, casi como un objetivo y una liberación, para poder vivir unos cuantos (cada vez más) años libres de obligaciones económicas y familiares, y dedicarnos a viajar, criar a los nietos etc.

En mi caso cuando me quite de trabajar, me quitaré el nombre Futuro y seré, simplemente bloguero.

Ainhoa dijo...

Yo eso lo hago en los aeropuertos y me encanta. Me siento, observo a la gente e imagino sus vidas. No sé si estaré un poco mal de la cabeza, pero es algo que me estretiene mucho; además, para los escritores es algo muy útil. Hasta un simple gesto te puede inspirar una buena historia. Al menos, a mí me ha ocurrido.
Saludos.

Mártir dijo...

Que vidas mas aburridas hay por ahi...se me ha atragantao el bocadillo ¡macho! ¡que triste! un saludo paisano

@ELBLOGDERIPLEY dijo...

Qué entrada más fabulosa. Me encanta el necesito depurar mi técnica. Un responsable de recursos humanos jubilado, jejejeje, muy bueno.
Son tremendos, gente un poco sado-maso, conozco alguno/a y se crecen seleccionando personal en su trabajo, porque en su vida la verdad...
Una vez tuve una discusión con uno/a sobre "Magnolia", de P.T.Anderson: yo mantenía que era una de mis pelis favoritas (la verdad es que me gustó mucho esa peli) y él/ella decía que era "horrorosa, horrorosa"...
Un abrazo.

senses and nonsenses dijo...

como fuera igual de bueno como responsable de recursos humanos que como futurólogo no me extraña que le jubilaran. ...con lo que a algunos les gusta hacer categorías, estereotipos, poner etiquetas (y una profesión no es nada más que eso. -bueno, yo creo que CASI TODO son etiquetas-). parafraseando a Arezbra, sí que hay peor soledad que la de no saber qué hacer con uno mismo, es estar tan vacío para tener que pre-juzgar y pre-ocuparse de la vida de los demás...
que atienda más a su señora, que la tiene preocupadisíssima.

un abrazo.

CRISTINA dijo...

Yo también juego a adivinar cosas de la gente...

besos

Javier dijo...

A pesar del tono irónico se destila una suave amargura de fondo, esa tristeza y amargura de aquellos que, habiendo dedicado si vida entera al trabajo, no han sabido buscar nuevos horizontes. Creo que es un caso bastante común, tal vez más de lo que pensamos.

English Little Pills dijo...

Seré yo la única que está deseandito jubilarse para poder hacer de todo y de nada al mismo tiempo?

Vivian dijo...

Es curioso, uno cuando se jubila deja de tener obligaciones en cuanto a en qué emplea la mayor parte de su tiempo y, sin embargo, siempre hay alguien, en este caso la mujer, empeñado en que siga haciéndolo, con lo bien que sienta a veces sencillamente perderlo…
Espero que tu nueva ausencia sea por cuestiones buenas y agraqdables, no por tormentas que no terminan de marcharse...

Un beso

Capri c'est fini dijo...

*Arezbra, pero es que hay mucha gente que no puede vivir en soledad, porque no saben escucharse a si mismas. Quizá sea el temido miedo a la muerte... Un saludo.

*JLO, bueno, es una frase de Fedro que tiene siglos de antigüedad... como si todo lo hubieramos inventado en el siglo XXI. Muy buena, cierto. Un saludo.

*Brokemac, yo también creo que la chica pudo mentirle, así que el pobre adivino nunca tendrá la posibilidad de saber si acertó o no. Creo que todos hemos rellenado esos huecos de espera con jueguecitos de este estilo, al menos yo lo hago muy a menudo. Un abrazo.

*Lúcida, muy bueno!!! Yo también lo hago cuando espero en el médico. ¿Por qué asociamos un nombre a una cara determinada? Es un gran misterio que merece una historia. Voy pensándolo. Besos.

*Justo, pues nunca me he parado a pensarlo, pero sería divertido hacerlo... No sé si tengo algún jubilado entre los que me leen, pero sí es así, espero que se manifieste. La jubilación me queda aún lejos, pero estoy seguro que la disfrutaría mucho... Y tú, Justo, ¿a qué te dedicas? No contestes, voy a adivinarlo. Un saludo.

*Madame, bueno, si se toma como un juego, es divertido, pero no como este adivino de profesiones que tenía afán profesional. Eso sí, no debemos guiarnos por la apariencia de una persona porque a menudo nos equivocaremos. Son los prejuicios con los que vivimos, tan difíciles de despegarnos de ellos. Sinceramente, no tengo ni la más remota idea de a qué te dedicas, Madame. Un beso.

*Princesa, no estás fatal (o si lo estás yo lo estoy igual). Yo también me imagino cosas así, sobre todo cuando viajo en transporte público... Seguro que no acertaría ni una. Un beso.

*Futuro, claro, la jubilación ahora se aprovecha más que nunca, pero hay personas que por su propia vida o incluso propia personalidad están hechas para trabajar, únicamente y la jubilación es una carga más pesada aún que el trabajo. Con la de cosas que se pueden hacer en la vida... Yo también disfrutaré escribiendo cuando me llegue el momento de jubilarme (antes, buscaré trabajo). Un abrazo.

*Ainhoa, yo también lo hago mucho... es un juego divertido y no hace mal a nadie. Y con lo viajera que eres, seguro que lo practicas mucho... Un beso.

*Centollo, es que la vida es triste, o para un cangrejo no lo es? Saludos paisano.

*Ripley, pues no me quiero encontrar en manos de una persona que me elija para trabajar que piense que Magnolia es horrorosa... a mí me parece estupenda!!! Qué le cayera una lluvia de ranas en la cabeza para que aprenda. En cualquier caso, es una curiosa profesión... elegir a otros mediante entrevistas. Ya no somos personas, somos candidatos. Un abrazo.

*Senses, la suya sí era una profesión encargada de perfiles y de prejuicios y apariencias. Es curioso hacer de eso toda una profesión... Pero cuan pendiente estamos de todas esas etiquetas que nosotros mismos vamos creando... desgraciadamente mucho más de lo que sería deseable. Un abrazo.

*Cristina, yo también... pero no se me ocurriría nunca preguntar si he acertado. Un beso.

*Pe-jota, gracias por sacar sutiles ideas a mis palabras... pues efectivamente está dedicado a las personas que al final de su vida laboral se dan cuenta que no tienen nada más que el trabajo y cuando lo pierde, se encuentran frente a un duro precipicio. Un abrazo.

*Suel, supongo que eso es lo mejor de jubilarse... y es que hay que tomárselo así, total, el Estado te paga por hacer lo que te dé la gana... Besos

*Vivian, el papel de la esposa es precisamente ese, preocuparse de no tener a un marido depresivo y ocioso en su casa. Mi pequeña ausencia sigue relacionada con la tormenta, menuda borrasca llevo encima, pero resisto al viento, tranquila. Un beso.

Abogada Soltera dijo...

No hay nada más frustrante, al menos para mí, que no saber para qué eres bueno, para qué eres excepcional, para qué dejar de ser uno más...
Me ha encantado el relato.
Me ha gustado su rutina, caballero.

Por cierto, comparto todos y cada uno de sus gustos literarios y fílmicos.

Capri c'est fini dijo...

*Abogada, es cierto, es frustrante, porque a veces no tenemos nada excepcional o está tan oculto que nadie menos uno mismo lo conoce. Me alegro de que le gusten mis palabras y de que coincidamos en gustos y disgustos.

Un beso.