sábado, 28 de junio de 2008

Errores BX

Todo el mundo comete errores. La clave está en cometerlos cuando nadie nos ve.

Peter Ustinov

Errores y más errores, estoy inmerso en un error. Ni siquiera sé si esta entrada podrá ser leída pero en algún lugar tengo que descargar mi frustración. Acabo de descubrir los errores BX de Blogger, que no sabía que eran pero que deben ser un clásico del mundo blog, en vista de los muchos mensajes que en Google puedes encontrar jurando en arameo sobre estos errores. Estoy intentando hacer de todo pero aún no he obtenido solución. Además la única opción es escribir un mensaje en un grupo de ayuda y esperar a que algún alma entendida se apiade y te eche una mano. Qué complicadas hacemos las cosas, en especial en la informática, mira las plantillas, cambia los elementos de la página, actualiza, refresca... en fin, tecnicismos que aprendes a base de palos, como éste. Es como un mundo desconocido de cuyo conocimiento sólo son privilegiados unos cuantos sumos sacerdotes. Como yo no alcanzo esta categoría, espero pacientemente ayuda mientras trasteo aquí y allí. Luego pasará que se solucionará mágicamente, como casi todas las crisis informáticas. De momento, mando un saludo a los que habéis querido entrar y no lo habéis conseguido, a lo que me han mandado correos diciendo ¿qué pasa? y en general a los que leéis habitualmente esta página. Gracias a todos, nunca una isla abandonada fue tan próspera.

Capri c'est fini

domingo, 22 de junio de 2008

El verano

Uno no descubre tierras nuevas sin consentir perder la vista de la playa durante algún tiempo.

Leo la última frase de la página. Hojeo las siguientes con desgana y cierro el libro. Lo dejo a un lado y me tumbo por completo en la toalla. Cierro los ojos. El sol me hace ver extrañas figuras con los ojos cerrados. Los vuelvo a abrir. Observo los granos de arena, la larga fila infinita, unos encima de otros, apelotonados, que intentan invadir mi toalla. Si te fijas atentamente, cada grano es único, diferente al siguiente. Miro al ras mi mano y tres granos de arena en su dorso forman un triángulo, minúsculo, imperceptible. Me concentro en ellos como si fueran un pequeño acertijo. Oigo el rumor de las olas estrellándose contra la orilla. Me relaja. A veces, este sonido se interrumpe por los gritos de alegría de los niños jugando con la arena o la conversación musitada de una pareja cercana. Noto como el sol poderoso toca mi piel, la enrojece, la reactiva. Una sola nube blanca pasea por el cielo, completamente celeste. En mi frente, una gota de sudor rezuma y cae con estrépito sobre la toalla. Hace calor. De un salto me levanto y me dirijo decididamente hacia el mar. Uno, dos, tres, cuatro grandes pasos y sumerjo mi cuerpo en el agua. Abro los ojos, siempre abro los ojos bajo el agua. Ahí abajo no hay gritos playeros, ni tormentas de verano, ni incómodos sofocos, allí sólo hay calma, calma con sabor a sal.

Ayer, 21 de junio, a las 01:59, llegó el verano al hemisferio norte. Es la estación más larga del año. Dura 93 días y 15 horas. Disfrútenla porque se puede hacer muy corta. ¡Feliz verano!

Janis Joplin - Summertime
Directo en el Gröna Lund de Estocolmo en 1969.

jueves, 19 de junio de 2008

Piratas, venecianos e indios

La única recompensa que puede esperarse del cultivo de la literatura es el desdén si se fracasa y el odio si se triunfa.


Una cosa es la literatura, tan beneficiosa, tan inatacable y otra muy distinta es el mundillo literario, tan lleno de temidos críticos, aspirantes a estrella, editores ambiciosos y demás fauna. Supongo que no es un caso único y que en todas las profesiones (y más las que son de cara al público) hay sus más y sus menos. Ayer escuche en la radio a un periodista que cubría un ciclo de conferencias sobre literatura hispánica en que se dieron cita tres escritores de relumbrón: Mario Vargas Llosa, Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte. Después de narrarnos la crónica del momento, en que cada uno de ellos explicó su concepción del hecho creativo, la presentadora del programa le preguntó: ¿Y que se decía off the records allí sobre ellos? y el periodista soltó un uffff, como diciendo que allí habría habido palos para todos. Se puso misterioso y sin querer soltar prenda contó que entre los críticos, periodistas, catedráticos y demás público congregado había tres bandos: los piratas, los venecianos y los indios. No quiso contar más para no pecar de indiscreto, que cada cual saque sus conclusiones, pero habiendo tres escritores es indudable que los tres bandos se correspondían con ellos tres.

Es curioso que, sin existir en la actualidad ningún grupo generacional o estilo común entre los escritores hispanos contemporáneos, se pueda engrosar cada apartado con muchos narradores españoles o hispanoamericanos. Los tres autores que encabezan cada grupo pueden gustar más o menos pero son, sin lugar a dudas, referentes de la literatura en español, además de que venden muchos libros. Curiosamente los tres pertenecen a la Real Academia Española:

*El pirata: Arturo Pérez-Reverte. Sus libros traspasan fronteras, quizá es el escritor español más exportado. Acaban de darle en Italia un premio a la mejor obra narrativa extranjera por El pintor de batallas. Encarna a la más pura tradición española en sus letras. Es admirador del Siglo de Oro y se nota en sus libros, en los que siempre le hace referencia. Tiende a la cruda narrativa con tintes épicos. Disfruta de los héroes perdedores, fuera del canon, pícaros y adapta su lenguaje a estos mismos. No es ampuloso ni pedante y también lo refleja en sus escritos. Me gustó El maestro de esgrima.

*El veneciano: Javier Marías. Si el anterior circunscribe su influencia a la literatura hispana, Marías se decanta por la extranjera, especialmente anglosajona. Quizá sea el menos conocido de los tres. Disminuye la acción sustituyéndola por la introspección, tendiendo, aún escribiendo narrativa, a la lírica. Sus referentes literarios son más cultos y elaborados, aunque prefiere prescindir de adornos innecesarios en su estilo. Las estructuras de sus historias están perfectamente bien pensadas y desarrolladas. Es sesudo y racional, como en sus obras, que son serias e intelectuales. Te hace reflexionar. Me gustó Corazón tan blanco.

*El indio: Mario Vargas Llosa. Figura clave del boom latinoamericano, eterno candidato al Nobel. Es el mejor ejemplo de literatura hispanoamericana aunque mantiene influencias tanto españolas como europeas, todo pasado por el filtro del realismo mágico aunque ha utilizado diferentes modos de vanguardia. Su estilo es rico, barroco, enmarañado, utiliza indigenismos y jerga local junto a lenguaje culto. Ha introducido el humor en sus relatos en muchas ocasiones y tiende al esperpento. Huye de la narrativa convencional y prefiere las historias contadas desde diferentes puntos de vista y con multitud de personajes. Me gustó Pantaleón y las visitadoras.

Como todo lo que escribo, no pretendo sentar cátedra, simplemente me dio por pensar que escritores pueden incluirse en alguno de estos grupos. Os invito a que lo penséis también un momento. Tres maneras diferentes de ver la narrativa. En la variedad, está el gusto.

domingo, 15 de junio de 2008

Expo Zaragoza 2008

And it's a hard, it's a hard, it's a hard, it's a hard,
it's a hard rain's a-gonna fall.


El agua es la vida, no invento nada. Sin ella no podemos sobrevivir, bebemos de ella y somos ella. Como las cosas importantes, nos damos cuenta de su valía sólo cuando nos falta. Sea agua dulce, salada, mineral, de lluvia, de pozo, sea sobre la hierba, en una botella o en un lago, el agua nos da fuerza, la necesitamos. Por eso, debemos cuidar el agua, como se cuida de lo más preciado. Y en una Tierra cada vez más poblada, el agua siempre escasea. Estamos tan acostumbrados a abrir un grifo y que el agua mane sin preocupación, que no nos acordamos de lo que cuesta que llegue a nosotros. Desde las nubes, nos alivia el ambiente que nuestra inconsciente contaminación produce. Satisface a las plantas y animales que se convertirán en nuestros alimentos. Calma nuestra sed. Limpia nuestra ropa, nuestra piel. Sin ella, somos desierto. Por eso, más que el agua se merezca una exposición, nuestra consciencia necesita un recordatorio. No podemos dejarlo correr.

El 14 de junio de 2008 se inauguró la Exposición Internacional de Zaragoza cuyo lema es Agua y Desarrollo Sostenible. Durante 3 meses, se dedicará un recinto entero a explicar la necesidad y la función del agua y los métodos para protegerla. Los diferentes países mostrarán al público su visión del precioso líquido. No sé sabe si las buenas intenciones de un acontecimiento multitudinario como éste luego se verán reflejadas en la realidad, pero puede ser un punto de partida interesante para reflexionar y concienciarnos sobre la importancia del agua. Cuidar del agua y su reparto equitativo debería ser uno de los puntos destacados de la política de todos los estados. Digo debería ser porque actualmente no lo es, sólo esperamos a la suerte de la lluvia, sentados, sin hacer nada. Si persistimos en esto, moriremos de sed en un planeta seco, yermo, sin vida.


Vídeo: Canción oficial de la Expo Zaragoza 2008: Amaral - Llegará la tormenta.
Imagen: Torre del Agua en la inauguración de la exposición.

jueves, 12 de junio de 2008

Los alimentos perecederos

Es una violacion de la ley natural que un puñado de hombres estén colmados de cosas superfluas mientras la multitud padece hambre.


Rápidas carreras para agarrar el último pedazo de carne, empujones, codazos, malas miradas. Las muchas personas que entran en el supermercado se dan de bruces con estanterías vacías. Se desata la histeria. A grandes zancadas, se escudriña un pasillo detrás de otro en busca de algún alimento solitario que haya pasado desapercibido. Esta búsqueda sólo es interrumpida por los gritos de alegría de algún afortunado que ha encontrado una lata de sardinas o de mejillones en conserva. La mayoría maldice su suerte y se queja lastimosamente con las manos en la cabeza. ¿Qué vamos a hacer? piensan al unísono. El gran espacio del supermercado, en otro día rebosante de productos, hoy se llena únicamente de caras de preocupación. Caras que irán adelgazándose más y más, hasta perder la expresión, como animales hambrientos, no habrá en su camino ni amigos, ni familia. La multitud decepcionada va abandonando el edificio, lentamente, arrastrando los pies, mientras avisa a los retrasados que ya no hay nada que rascar allí. Deambulan por las calles, rebuscan en la basura, asaltan comercios. Los más precavidos esconden como tesoros sus sobras, pan mohoso, fruta medio podrida. Los niños miran a sus padres con desesperación, mientras las tripas rugen. No hay nada que comer.

La huelga del transporte en España ha resucitado el fantasma del desabastecimiento de alimentos. Creo que de manera muy prematura, porque si bien faltan algunas cosas, aún los comercios tienen lo suficiente para ir tirando. Pero es que sin la leche desnatada Omega 3 o el pan de molde integral no somos nada. El consumo de gasolina ha crecido en estos días por miedo a la escasez y eso que desde que el petróleo está por las nubes, se compra el combustible como si fuera néctar de los dioses. Y mientras, los alimentos se estropean en sus centros de distribución y se tiran, al no haber transporte que los acerquen al consumidor. Todo esto ocurre en plena crisis alimentaria mundial. Luego acabará la huelga y todo volverá a su lugar y en unos meses nadie se acordará de esto. Sin embargo, viendo el temor inaudito de la gente a no tener que comer cuando aún hay casi de todo, me pregunto, ¿qué ocurriría si sucede algo verdaderamente grave? Como una nueva guerra mundial, un golpe de estado, un desastre nuclear o algo así. Pues sería el caos, la ley de la jungla, no quiero ni imaginármelo. El precio de la gasolina sube pero aún más la tontería del Primer Mundo. Donde realmente faltan alimentos, nuestros melindres deben resultarles de lo más chistoso.

lunes, 9 de junio de 2008

Las mismas bodas

La marcha nupcial siempre me recuerda la música que tocan los soldados cuando marchan a la batalla.


Las mismas caras sonrientes cogidas del brazo desde el altar, los mismos ojos llorosos de satisfacción y esperanza de los padres, los mismos invitados bullangueros, la misma ropa, las mismas ganas. Bodas, bodorrios, celebraciones íntimas, sea de alguien muy cercano o de un completo desconocido, todas usan los mismos ingredientes. Como los ritos ancestrales de iniciación, las mismas situaciones que son mezcla de tradición y alegría. Cada cual interpreta su papel dentro del conjunto, novios felices, solícitos padres, invitados alegres y camareros ajetreados. Como un ballet, se mueven alrededor de las mesas representando la emoción del momento. Platos, flores, tarta, baile, vino, algunos excesos, el punto de partida de una convivencia presuntamente próspera... Las mismas personas participan de todo eso, bien sea desde el recuerdo (feliz o triste, eso da lo mismo) o desde la inexperiencia. Todos hemos sido espectadores de bodas, observando detalles con el gesto torcido o completamente entregados a la causa. Todos formamos parte de este rito social, plagado de convencionalismos, desde el sí, quiero (o sí, acepto, en versión civil) hasta el fin de fiesta, con los pies doloridos. Nadie se escapa a estas celebraciones, más o menos implicados. Hablamos en las bodas de lo mismo, de lo guapa que va la novia, de qué de tiempo no ves a tal o cual persona, de cómo te va la vida, pasamos ese examen inevitable con las mismas preguntas y las mismas respuestas. Puede ser aburrido, pero es así, nada cambia. Supongo que nadie se atreve a retocar esta institucionalizada ceremonia de la alegría, por propio convencimiento o por no fastidiar, es lo de menos. Nada se mueve, una detrás de otra, la misma boda, los mismos novios. Debe ser lo correcto.

jueves, 5 de junio de 2008

Wallada

Nuestro estado social no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales.

Averroes (siglo XII)

Wallada sabía lo que era pavonearse, por algo vivió en Medina Azahara, en la corte. Entre esclavas y eunucos, le enseñaron a gustar y gustarse embellecida. Por eso, se vestía esplendorosa para recibir en su casa a los intelectuales de todo Al-Andalus. Allí se leían poemas, se debatía sobre la decadencia del Califato y se educaba a las hijas de los poderosos en poesía, canto y caligrafía. Toda la élite cultural y política de Córdoba conocía su casa. Wallada no pasaba desapercibida como mujer, una belleza que no usaba velo, sorprendía a todos con sedas de Bagdad y se atrevía a participar en los duelos de completar versos, exclusivamente masculinos. Quizá por esto las malas lenguas la denominaron "la perversa". Disfrutaba de una independencia ganada, o más bien, comprada a base de dinero y de contactos, por eso, Wallada nunca podía decepcionar. Entre aires de incienso, sus ojos azules reinaba en el salón ante la vista de todos. Esta mirada donde nacieron las miradas y los astros. Puso sus letras al servicio de su propia persona, tanto para seducir como para denunciar la traición del amor no correspondido e inspiró algunos de los mejores versos de su época. Murió anciana, sabiendo del ocaso del Califato, el día en que las tropas almorávides entraron en Córdoba. Con ella, murió la ciudad más destacada culturalmente de la Edad Media en Europa. Hoy nos quedan sus versos.

La princesa Wallada bint al-Mustakfi o Wallada la Omeya (994-1091), hija de Muhammad III, fue la figura más reconocida de una gran generación de poetisas andalusíes surgidas alrededor del Califato del Córdoba entre los siglos X y XI. Wallada significa la que alumbra, sin duda, un nombre perfecto para una fuerte personalidad que escribió tanto poemas amorosos como crueles sátiras. Se cuenta de ella que vestía una túnica con una orla bordada en oro que decía:
Por Alá, que merezco cualquier grandeza
y sigo con orgullo mi camino.
Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera
.
En una sociedad islámica, toda una trasgresora declaración de principios de un mujer interesante, olvidada en la bruma de la Historia.

lunes, 2 de junio de 2008

Planes de fuga

La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía.


Hay días en que te mereces una fuga, incluso una temporada viviendo de fugitivo. Pensar por dónde y cómo, los peligros de cada posible salida, la adrenalina de ser atrapado... Hay días en que los grilletes se hacen especialmente dolorosos, normalmente ni te das cuenta de ellos, pero a veces los notas completamente cerrados, oprimiéndote las muñecas. En esos días, ni la luz que entra por el ventanuco te consuela porque son las migajas que mendigas en comparación con el inmenso sol. Reflexionas, una huida a lo grande, sin que los carceleros se den cuentan de mi ausencia hasta que sea demasiado tarde. Palpas la pared de la celda como si no fuera real, los contornos rugosos del muro e imaginas que son de papel, fáciles de traspasar. Y fuera hallas la libertad, concepto que sólo adquiere sentido a ese lado de la pared. Todas las celdas no son iguales, porque van cambiándote de una a otra para evitar que traces el plan que te saque de allí. Algunas de ellas son tan deprimentes que los planes de fuga se desbaratan enseguida, y por más que arañes el duro hormigón no avanzas ni un centímetro. En esos días, te reconfortas pensando que la verdadera cárcel está fuera o que el cielo, cuando salgas, no será tan azul como creías. Pero a la mañana siguiente sigues con lo trazado en tu plan. Sin desaliento, calculas las opciones sin que nadie lo perciba. A veces, sueñas, tumbado en el jergón, que lo consigues y que nunca quieres volver a estar encerrado. Crees que despiertas, con las pupilas bien abiertas para acostumbrarte a la penumbra de esas cuatro paredes, a seguir excavando hasta hacer el agujero por el que veas el mundo real. Sin embargo sólo es un sueño; la fortaleza, prisión o calabozo en el que estás, siguen en pie sin solución. Simples falsas esperanzas de escapar y romper con todo, porque los muros son inexpugnables y las medidas de seguridad a prueba de fugas. Y todo sigue igual.


Para hacer más amena la fuga, lo mejor es tararear la marcha de La gran evasión
(John Sturges, 1963) de Elmer Bernstein.