lunes, 31 de enero de 2011

El remedio y la enfermedad

Lo que embellece al desierto es que, en alguna parte, esconde un pozo de agua.

Antoine de Saint-Exupery

Mascaras_VI

Una nueva isla no se conquista en pocos días. Ni se encuentra un nombre para bautizarla como por arte de magia. Hace falta que ocurran muchas cosas por el medio. Muchas. Demasiadas. Y no todas han ocurrido. Cuando Capri se hundió ante mis propios ojos, creí que me convertiría en un alma nómada, perdida y así fue. La gran ola se comió mi vida, pero no la digirió. Me vomitó una vez que se cansó de mi sabor. No sólo eso, con ella se desvanecieron casas, barcas y redes. Mientras lamía mis heridas en silencio, descubrí que existían mil mundos a mi alrededor. Tengo que reconocer que no todos me gustaron, ni todos estaban destinados a mí. A veces, mundos hiperreales, y otras, falsos decorados de una realidad que se escondía detrás de una sonrisa perfecta. Sin embargo, esto no es algo nuevo que descubrí; ya lo sospechaba desde la distancia.

Lo que aprendí, por asimilación, fue sencillo. Una sola norma: ajustarme bien la máscara y camuflarme tras de ella. Asimismo, tomé la precaución de ponerme otra máscara más, y sobre esa, otra y otra, hasta que mi rostro estuviera tan desfigurado que nadie, ni el más avispado, tuviera la menor sospecha de mi verdadera expresión. Y si bien, he encontrado a personas que me han desenmascarado en alguna ocasión, siempre he procurado mostrar la máscara apenada que escondía la que, por desgracia, me había dejado arrebatar.

Así he llegado a la conclusión de que el remedio usado me alivia y me envenena a partes iguales. Me acerca a la realidad e igualmente me aísla. Me protege de la inmundicia pero a la vez impide que las heridas se refresquen y que la piel deje de cuartearse. ¿No es hora de que la fiesta de disfraces se termine? Me pregunto algunas noches cuando me desnudo en la soledad de mi habitación. Pero cada mañana, puntualmente, me levanto y sigo poniéndome una máscara tras otra y salgo a la calle.

15 comentarios:

Laura Sánchez dijo...

Llegara un día que te pesara mucho la mascara , pq la mascara también es una carga y ese día cuando menos tempo esperes ya no la necesitaras mas, date tiempo ...

Besitos de sophia

Merche Pallarés dijo...

Qué agobio tener que ponerse tantas máscaras. Espero que pronto te vayas deshaciendo de ellas. Muchos besotes, M.

Madame X dijo...

Todos llevamos máscaras de una u otra manera. Pero no podemos esconderlo todo, porque en la elección de la máscara es precisamente donde se nos ve el plumero.

Un beso.

Capri c'est fini dijo...

*Sophia, es como levantar pesas, que finalmente ni tienes agujetas. Yo creo que todos portamos máscaras, más o menos secretas y que nadie va de kamikaze por el mundo a pecho descubierto. Muchos besos.

*Merche, qué ilusión me hace verte por aquí. Siempre te lo digo, siempre... No todo es real en Capri, quizá que lo haya escrito yo es lo único real. Pero sí... cuanto trabajo da ponerse tanta máscara todos los días. Muchos besos.

*Madame, tan sabia como siempre. Yo creo lo mismo. Nadie está exento de la máscara, pero algunos son más hábiles que otros. Muchos besos.

Merche Pallarés dijo...

Tienes razón, cariñín, a veces me tomo tus posts como historias autobiográficas... Tengo que aprender a objetivizarlas. Besotes de nuevo, M.

Laura Sánchez dijo...

Entonces yo debo ser la unica suicida por amor... así me va.

Capri c'est fini dijo...

*Sophia, no sé coómo te irá pero es arriesgado salir a pecho descubierto... puedes pillar una pulmonía! Besos

Laura Sánchez dijo...

tomo nota... no salir sin nada a la calle. :D

Laura Sánchez dijo...

tomo nota... no salir sin nada a la calle. :D

Justo dijo...

¿Y qué dejarás para el carnaval, si siempre vas con máscara?

Un besote

Capri c'est fini dijo...

*Justo, en carnaval una máscara más... cuanto más fea, mejor. Un abrazo.

Marilia dijo...

Yo, como Sophia, voy un poco de kamikaze por la vida. Y es que, aunque quisiera llevar máscaras, se me caen solas, todo se me nota.

Pero lo prefiero así, porque todo lo que vives es más intenso, y es real. Si para evitar las más grandes decepciones debo evitar también las más grandes alegrías, mejor poder decir que al menos he vivido, y que de todo ello aprendí.

Esa es al menos mi filosofía de vida. Que no para todo el mundo debe ser igual.

Un saludo

Capri c'est fini dijo...

*Marilia, admiro a la gente que va a pecho descubierto por el mundo... Puede ser que se viva con más intensidad las cosas, buenas y malas... sin embargo nunca sería capaz de ello. Mi religión me lo impide. Besos.

Marilia dijo...

Bueno, quizás alguna máscara tenga... Pero más para evitar el dolor ajeno que el propio.
Y quizás alguna, alguna vez, me gustaría tener también para mí, solo que me cuesta saber cómo.
De mí ya aprendí a darlo todo y no sé cómo hacer lo contrario, es inevitable...

Capri c'est fini dijo...

*Marilia, te honra tu sinceridad, creo que casi todos tiramos de máscaras en alguna que otra ocasión. Lo bueno de ellas que sirven para protegerse de dolor propio, y como bien dices, del ajeno. Besos