sábado, 12 de marzo de 2011

La cuidadora de la piscina de bolas

No me gusta el trabajo, a nadie le gusta; pero me gusta que, en el trabajo, tenga la ocasión de descubrirme a mí mismo.

Joseph Conrad

Nunca vi una mirada tan triste en una persona, y lo que más me llamaba la atención es que fuera en un sitio donde se supone que sólo hay ojos alegres. Era en un lugar de comida rápida. Solía ir al menos una vez por semana durante el almuerzo del trabajo. No soportaba a mis compañeros y ése era el mejor refugio. Cogía mi bandeja y me subía al piso de arriba, que era la zona más tranquila. Mientras comía, leía el periódico o trasteaba con el móvil, sin ningún afán. Pero un día me fijé en la chica que se encargaba de la piscina de bolas. Sentada en su mesita, rodeada de zapatos infantiles, que echaba un ojo a los niños que se sumergían en esa marea multicolor mientras sus madres despreocupadas charlaban y charlaban. Yo la miraba disimuladamente, ella mantenía mirada fija y rostro pensativo. De vez en cuando giraba su cara a la piscina para comprobar que todo fuera bien y volvía a su posición original. Cuando alguna madre venía a recoger a su retoño, la atendía con amabilidad, ayudaba a poner los zapatos al niño, sacaba un caramelo del bolsillo y se lo daba. Nunca estuve demasiado tiempo en el local, nunca demasiado para comprobar si tenía más funciones. Nunca tanto como para saber si esa mirada lejana, esa cara triste era parte de su trabajo como el uniforme o la mesa. Nunca intercambiamos una palabra, ni siquiera un gesto de apoyo, un sutil ÁNIMO. Un día regresé y ya no estaba. Me supongo que ella sería parte de los recortes que las empresas siempre esgrimen para soportar una crisis. El mundo no es una piscina de bolas, sino más bien un desangelado almacén. Quizá sea más feliz allá donde esté. Eso espero.

10 comentarios:

Joaquín Campos dijo...

Existen tantas noches como días, y cada una dura lo mismo que el día que viene después. Hasta la vida más feliz no se puede medir sin unos momentos de oscuridad, y la palabra -feliz- perdería todo sentido si no estuviese equilibrado por la tristeza (Carl Jung).

SALUD

Merche Pallarés dijo...

¡Qué putada que tuviera que perder su empleo siendo la supervisora de ese parque de bolas! No sé dónde vamos a parar... Besotes, M.

brokemac dijo...

Quizá si hubiese advertido que su tristeza no había pasado desapercibida...

A veces es tan importante que alguien repare en nuestros sentimientos...

Qué gran observador, Capri,
un beso

Laura Sánchez dijo...

la vida de las personas desconocidas, tantas historias que contar, nos sorprenderiamos si supieramos que les pasa por la mente.

La chica de la piscina de bolas, viene a ser mi momento es starbucks mirando la calle.

Pero nadie sabe verme...

Saludos

Capri c'est fini dijo...

*Groucho, ya sabes cuanto me gustan las citas... Preciosa ésta de Carl Jung. Además estoy totalmente de acuerdo con ella, si no hubiera oscuridad, no sabríamos apreciar la luz... Supongo que sería un buen argumento para consolar a la cuidadora de la piscina de bolas. Un abrazo.

*Merche, bueno, aunque pueda parecer que es una chorrada. A veces ese tipo de trabajos absurdos alimentan a una persona durante una temporada. Y si lo estaba soportando estóicamente es porque no tenía muchas otras opciones. Besos.

*Brokemac, quizá no hubiera podido hacer nada por la chica de la piscina de bolas... Pero es cierto que es importante que alguien repare en nuestros sentimientos, facilita mucho para romper la propia timidez y que podamos verbalizar lo que nos pasa. Muchos besos.

*Sophia, por eso no creo que jamás muera la literatura... porque hay miles de historias anónimos muy interesantes por ahí siendo desperdiciadas. Como la chica del texto hay millones... sólo hay que observar un poco más. Muchos besos.

Marilia dijo...

Nos cruzamos con demasiados ojos tristes a los que no nos atrevemos a rescatar de su melancolía... O incluso intentarlo puede ser una falta de respeto a su intimidad...

Seguro que está en otro sitio mejor. Es lo que pasa cuando nos faltan las personas; o es al menos ese nuestro consuelo...

Un abrazo

Capri c'est fini dijo...

*Marilia, precisamente, creer que está mejor es seguro una excusa para seguir viviendo y que la idea de que la vida es una putada no nos impida seguir para adelante. Lo que me preocupa y mucho, es la cantidad de ojos tristes que veo últimamente. Besos

Francisco Méndez S. dijo...

El trabajo es tan malo que nos tienen que por por hacerlo. Saludos

Francisco Méndez S. dijo...

falto la palabra pagar

Capri c'est fini dijo...

*Francisco, no hombre, que el trabajo dignifica al hombre, no? o eso al menos es lo que nos quieren hacer creer... Un abrazo.