domingo, 20 de marzo de 2011

Sueños olvidados

Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.

Nuevas canciones (Antonio Machado, 1924)

Día duro de trabajo, nerviosismo, tensiones, malas caras. Una cena rápida y a la cama, mañana será otro día. Me arrebujo entre las sábanas de cualquier manera. Cierro los ojos. Unos breves minutos para pensamientos triviales y duermo, por fin.

Estoy en una ciudad. Parece devastada. El cielo tiene un color gris plomizo. Algo o alguien me persigue. Necesito huir. Corro. No reconozco ninguna calle, pero aún así corro. Mientras lo hago, sombras con forma humana me observan. No tienen ojos, aunque en su lugar tienen luces. Son seres tristes, sin rostro. Sin pararme, por la ciudad desconocida, entro en un edificio en ruinas. Desesperado, mi perseguidor me pisa los talones. Abro una puerta y otra, buscando escapatoria. Habitaciones sin ningún escondrijo, grandes y vacías. Me topo con una puerta pesada, de caoba, con figuras grabadas. Está cerrada. Forcejeo con el pomo. Miro a mis espaldas. Está tras de mí. Mis movimientos son guiados por el nerviosismo. Ábrete, ábrete.

Estoy en un prado. Verde, perfecto, con la hierba larga y húmeda mojando mis zapatos. Nadie a mi alrededor. A lo lejos se ve un lago y unas casas. Todo deslumbra pero parece artificial. De la nada, surge una mujer. Pelo largo, vestido de flores, serena. Me toma la mano. Le hablo pero no me responde. Sin embargo me da provoca seguridad. Va señalando algunas flores, algunos árboles, alguna nube perdida que rompe el celeste del cielo. Llegamos a una casa. Tiene la puerta abierta. Un gran cuadro preside el salón. Es una escena de guerra, personas agonizando, bombas que estallan contra la tierra, sangre y suciedad. La mujer señala el cuadro y ríe. Sus facciones se vuelven diabólicas. De su boca sale una voz masculina que me dice: éste es tu mundo.

La alarma del despertador me saca del sueño de golpe. Enciendo la luz, me pongo el reloj. Me dirijo al cuarto de baño. En el espejo, mientras veo mis ojos hinchados, pienso en qué soñé anoche. No retengo nunca mis sueños, pero creo que esta vez fue algo interesante.

Imagen: El sueño de Henri Rousseau (1910, Museo de Arte Moderno, Nueva York).

12 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

He visto en ese sueño el infierno directamente... ¿Será premonitorio? Besotes, M.

Capri c'est fini dijo...

*Merche, el infierno en una u otra versión... Los sueños son muy raros, pero son parte de la vida. Es la pequeña parte de consciencia que nos queda cuando estamos dormidos. Vidas paralelas y sin razón, ni lógica predeterminada, por eso son tan misteriosos y tan interesantes. Muchos besos

David Cotos dijo...

Si....... Despertar.

Capri c'est fini dijo...

*David, yo soy un gran defensor de los sueños, incluso despìerto, pero a veces es mejor despertar porque el sueño confunde más que aclara. Un abrazo

Caronte dijo...

Llevaba tiempo sin aparecer por aquí por desconexión general de la blogosfera y porque veía que, como un servidor, llevabas mucho sin actualizar, y qué alegría me he llevado al ver nuevos posts, además veo que vuelves con mis amados Delacroix y Stefan Zweig, y que no pierdes la gran calidad que atesoras en tus escritos...así que nada, bienvenido.1 abrazo.

Capri c'est fini dijo...

*Caronte, yo mismo he estado perdido una larga temporada pero hay algo que me ha arrastrado a volver. Muchas gracias por los cumplidos, la calidad se demuestra con los amigos fieles como tú. Un abrazo.

senses and nonsenses dijo...

suena más a pesadilla. no hay tregua.
sí, a veces confunden más que aclaran.
me encanta "el sueño" de Rousseau.

un abrazo.

Capri c'est fini dijo...

*Senses, bueno, las pesadillas son un tipo de sueño, jejejej y no son lo mejor para encontrar soluciones a la vida real. Me alegro que te haya gustado el cuadro, Rousseau es uno de mis pintores favoritos.

Un saludo

Santy Trombone dijo...

hay muchas teorías que sostienen que el mundo real es el de los sueños y no cuando estamos despiertos... en cualquier caso, el mundo de los sueños si no lo puedes controlar, puede ser tan agobiante y desolador como estar despierto.

Capri c'est fini dijo...

*Calamarin, casi que sería más bonito que el mundo de los sueños fuera el mundo real. Aunque pienso, que esas teorías sólo demuestran, por desgracia, que hay teorías para todo. Un abrazo.

Marilia dijo...

Y aunque pudiera parecer todo lo contrario, es un sueño bastante realista. Yo también lo veo así; por desgracia, es nuestro mundo real... (mientras lo leía me venía en mente Japón, Libia, etc)

Lo peor de soñar es que parece todo tan real... aunque a veces es también lo mejor... ;)

Yo suelo recordarlos bastante bien al despertar, tanto como si fueran recuerdos; pero son tan extravagantes, tan surrealistas y enrevesados, que me resulta imposible traducirlos a palabras. Merecería un capítulo aparte, así que no voy a robarle protagonismo a tu historia.

Un abrazo

Capri c'est fini dijo...

*Marilia, no lo había pensado cuando lo escribí, pero tienes razón. Quizá ver las imágenes en Japón, Egipto o Libia me han condicionado, porque eso sí que es el infierno y no un mal sueño. Y por favor, no te cortes diciendo que si no me robas el protagonismo... aquí el protagonismo no lo tengo yo! Y si lo tengo lo reparto, así que cuéntanos tu sueño más surrealista.
Besos