No podiamos dejarnos. Yo no podía dejarla. Ella no podía dejarme. Estabamos siempre a punto de hacerlo. Dejarnos.
Ese amor (Yann Andréa, 1999).
Ese amor (Yann Andréa, 1999).
1999, Yann Andréa pasea con timidez por el cementerio de Montparnasse, no le gusta, le da pudor estar allí pero también sabe que es lugar donde más cerca está de ella, ella que ya no es ella, sino un cuerpo sin vida. Ahora ya no se siente como una mierda, como cuando ella le dejó, ha vuelto a París, a su habitación sobre el Café de Flore. Pensaba traer tres macetas de flores amarillas pero decidió que es mejor la dignidad de la lápida desnuda, con su nombre inscrito, el nombre que no se atrevía a pronunciar en vida de ella: Marguerite Duras. Pero su historia comenzó ya hace muchos años, en el verano de 1980. Incluso 5 años antes, Jean-Baptiste Lemée, joven estudiante de Filosofía, un día lee Los caballitos de Tarquinia y queda alucinado con Duras, entonces se convierte en lo que él llama el lector absoluto, es decir, decide únicamente leer a la escritora. 1975, durante la promoción de su película India song, Duras hace un cine forum en Caen, donde Lemée estudia. Ahí se conocen. Él lleva un libro, como tantos otros, para ser firmado y le dice: "Quisiera escribirle". Ella le da su dirección en París y comienza por su parte una serie interminable de cartas, notas, pequeños poemas que no reciben respuesta. En el verano de 1980, por sorpresa, Duras le escribe: "Venga a Trouville, no es lejos de Caen". Se presenta allí sin dinero para el billete de vuelta. Él tenía 27 y ella 65 años. Se hablaban siempre de usted. Ya no se separarán hasta la muerte de la escritora en 1996.
"Es imposible vivir conmigo, con un escritor, es imposible, lo sé" decía Duras pero Yann Andréa lo consiguió, pasando por una relación tortuosa y pasional. Tuvieron que lidiar el alcoholismo de la escritora y su absoluta dedicación a las letras: "Yo soy la escritura". Él se vació, se convirtió en una horma maleable para ser moldeado por ella, incluso le bautizó: Yann Andréa. No fue fácil, la escritora es compleja y tiene mal carácter, le hace pasar noches a la intemperie después de un arrebato de furia, le reprocha que sea un mantenido y lo echa. A la mañana siguiente lo busca suave como un guante: "Olvídese de su persona, carece de toda importancia. No hay que creerse un héroe. Usted no es nada. Eso es lo que me gusta. Siga así. No cambie. Siga así. Leeremos juntos". Este tipo de escenas se repiten hasta la saciedad.
El 3 de marzo de 1996, Marguerite Duras muere en su apartamento de la calle Benoît acompañada de su fiel Yann. Comienza el infierno para él, se encierra, bebe, come y fuma sin control, piensa en suicidarse tirándose al Sena, deja de afeitarse, engorda veinte kilos, durante dos años apenas sale, no soporta la luz ni la compañía de nadie. Duras murió pero en su muerte se llevó parte de él. Recuerda el consejo que le dio: "Yann, escriba". El 31 de julio de 1998 decide terminar su encierro, vuelve a su ciudad natal, se recupera y con los ánimos renovados regresa a París y escribe Ese amor en apenas dos meses: "Tecleo como un loco una larga carta. Cada mañana, una carta a alguien que se llama así: M.D.". Utiliza el característico estilo Duras, frases cortas, contundentes, llenas de significado. Por fin puede visitar su tumba, que por aquel momento ya es una atracción turística más de los cementerios de París.
Como ya anunciaba en la primera entrada no podía resistirme a dejar de hablar de una historia de amor muy especial. Después de leer Yann Andrea Steiner en que Marguerite Duras contaba la historia (ficcionada) de su último amor, Yann Andréa, mi curiosidad me llevó con los ojos cerrados a Ese amor, carta de amor-réplica ante la tumba de la escritora francesa.
"Es imposible vivir conmigo, con un escritor, es imposible, lo sé" decía Duras pero Yann Andréa lo consiguió, pasando por una relación tortuosa y pasional. Tuvieron que lidiar el alcoholismo de la escritora y su absoluta dedicación a las letras: "Yo soy la escritura". Él se vació, se convirtió en una horma maleable para ser moldeado por ella, incluso le bautizó: Yann Andréa. No fue fácil, la escritora es compleja y tiene mal carácter, le hace pasar noches a la intemperie después de un arrebato de furia, le reprocha que sea un mantenido y lo echa. A la mañana siguiente lo busca suave como un guante: "Olvídese de su persona, carece de toda importancia. No hay que creerse un héroe. Usted no es nada. Eso es lo que me gusta. Siga así. No cambie. Siga así. Leeremos juntos". Este tipo de escenas se repiten hasta la saciedad.
El 3 de marzo de 1996, Marguerite Duras muere en su apartamento de la calle Benoît acompañada de su fiel Yann. Comienza el infierno para él, se encierra, bebe, come y fuma sin control, piensa en suicidarse tirándose al Sena, deja de afeitarse, engorda veinte kilos, durante dos años apenas sale, no soporta la luz ni la compañía de nadie. Duras murió pero en su muerte se llevó parte de él. Recuerda el consejo que le dio: "Yann, escriba". El 31 de julio de 1998 decide terminar su encierro, vuelve a su ciudad natal, se recupera y con los ánimos renovados regresa a París y escribe Ese amor en apenas dos meses: "Tecleo como un loco una larga carta. Cada mañana, una carta a alguien que se llama así: M.D.". Utiliza el característico estilo Duras, frases cortas, contundentes, llenas de significado. Por fin puede visitar su tumba, que por aquel momento ya es una atracción turística más de los cementerios de París.
Como ya anunciaba en la primera entrada no podía resistirme a dejar de hablar de una historia de amor muy especial. Después de leer Yann Andrea Steiner en que Marguerite Duras contaba la historia (ficcionada) de su último amor, Yann Andréa, mi curiosidad me llevó con los ojos cerrados a Ese amor, carta de amor-réplica ante la tumba de la escritora francesa.
9 comentarios:
Vaya Capri, qué historia tan bonita y curiosa la de Duras (que debía tener una personalidad muy complicada, por lo que dices y ya había leído de ella previamente) y Yann... sé que había escuchado algo de su historia, pero tu estupendo post me la ha recordado, creo que iré directa a la biblioteca a ver si tienen esos dos libros que mencionas, has despertado mi curiosidad "desconvencida" ;)
Sí, es muy sorprendente y sobrepasa la típica historia de escritor (en este caso escritora) famoso que en su vejez se echa a un yogurín. Los dos libros son cortitos, así que se pueden leer perfectamente casi de una tacada. Besos.
Me encanta tu blog y me encanta encontrar que no estoy sólo en el cuarto con mi ordenador. Hay un mundo ahí fuera. Os he linkado a desconvencida y a tí. Si quereis colaborar en algo en mi blog, estaré encantado.
Ya tengo los dos libros localizados en la biblioteca... caerán proximamente...
Espero que te gusten, sin duda es una relación que podía llamar "antiromántica" y muy sorprendente. Besos desconvencida
No es una historia de amor de la que voy a hablar, pero este post me recuerda a la historia platónica de Scott Berg, que, tras muchos años, logró llegar a una Katherine Hepburn ya en sus sesenta. Ella también tenía un caracter de mil demonios y el escritor supo conquistarla y hacerse amigo hasta el final. Él escibió "Kate en el recuerdo", una valiosísima aproximación a la vida de la Hepburn.
Son casos de personas enamoradas más del nombre que de la persona. M.D. le solía preguntar a Yann: Si yo no escribiera libros ¿seguiría junto a mí? y el no podía ni contestar. La vida de Katherine Hepburn da también para muchos posts.
No conocía esta historia, de hecho apenas conozco nada de la vida de Duras aparte de lo que ella cuenta en "El amante", la única obra suya que he leído. Puede sonar un poco estúpido, pero me impactó tanto (ni sé las veces que la he leído) que nunca me he atrevido a leer cualquier otra cosa suya; temo que me decepcione.
Llevo media mañana disfrutando de tu blog. Un placer, de verdad.
Duras es irregular en su obra, cosas muy buenas con algunas que no lo son tanto, pero tiene una característica común en todas ellas: es hipnótica, frases que no puedes dejar de leerla una y otra vez. Entiendo lo que te pasó con El Amante. Gracias por disfrutar del blog. Besos.
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