miércoles, 16 de febrero de 2011

Los gemelos idénticos

Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son

Abraham Lincoln

Fue un enorme shock. Dos hijos de golpe es mucho más de lo que habría pensado nunca. El miedo al embarazo no significaba nada comparado al miedo a tener dos hijos. Pero todo fue con normalidad. Tuvieron una infancia feliz. Se llevaban bien, parecían uno sólo. Los vestía iguales, me hacía gracia verlos idénticos. Incluso a veces los confundía. Yo me lo tomaba con humor, pero a ellos no les hacía gracia. No comprendían como su madre no sabía identificarlos, aunque no se daban cuenta que el parecido era exacto. Los problemas surgieron con la adolescencia, ¡esa maldita época! Era su momento de reafirmación y dejaron de vestirse igual. Al principio me pareció normal, pero pronto me di cuenta que la ropa diferente era el inicio de su separación. Cuando acabaron el instituto, eligieron universidades y carreras diferentes. Yo me consolaba pensando que eso era lo habitual en el caso de hermanos no gemelos. Cada uno en una ciudad diferente, sólo sabían el uno del otro a través de lo que yo les contaba y que cada cual me contaba a su vez a mí. Lo escuchaban con desinterés y apenas me preguntaban nada más que por cortesía. En vacaciones era aún peor, porque apenas se dirigían la palabra en casa. Los miraba por separado y aún se parecían tanto, que lloraba en silencio. Cuando acabaron sus estudios, de nuevo decidieron separar sus destinos. Uno volvió a casa, el otro se fue al extranjero. En el aeropuerto fue la última vez que los vi juntos. En aquel momento, dejé de aferrarme al recuerdo de aquellos dos niños vestiditos iguales. Los vi como dos hombres diferentes, con sueños, con anhelos y con una vida distinta. En la despedida se fundieron en un abrazo y se dijeron adiós. De vuelta a casa, en una mirada furtiva, miré a los ojos de mi hijo: había alivio dentro de él.

9 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Los gemelos tienen problemas en reafirmar su personalidad. Durante muchos años, se han vestido igual, han estado pegados el uno al otro como siameses... Cuando se liberan el uno del otro, los dos sienten alivio aunque para la madre es un palo, la verdad. Besotes, M.

senses and nonsenses dijo...

todos somos iguales, todos somos diferentes...
no soy gemelo, pero pueden ocurrir cosas muy similares con un hermano.
no podemos liberarnos de la madre, ni del hermano, ni de nosotros mismos...

un abrazo.

brokemac dijo...

Yo es que nunca he entendido por qué (sobre todo) las mamás se empeñan en vestir o comprarle cosas cuando pequeños de forma idéntica a dos seres diferentes por muy hermanos o mellizos o gemelos que sean, supongo que será comodidad + el regusto de los elogios internos (y externos) cuando se muestran "los trofeos", pero debe ser horrible para quien le toca; no me extraña que en cuanto puedan pongan tierra de por medio.
Totalmente comprensible.
Un beso

Capri c'est fini dijo...

*Merche, creo que el caso de los gemelos es el más extremo para detectar el importante problema de la identidad en el ser humano. Sin embargo para las madres la realidad siempre es otra... cosas que enseñan en la fábrica de madres. Besos.

*Senses, yo tampoco soy gemelos, pero escribiéndolo estaba pensando en mis hermanos. La fuerza de la sangre o la imposibilidad de romper determinados lazos. Un abrazo.

*Brokemac, yo supongo que es más fácil tener un uniforme para ambos niños, sin tener que escuchar eso tan de hermanos que es "Me gusta más el de mi hermano". Esta medida mi madre la llevó muchas veces a cabo para evitar auténticas guerras civiles en mi casa. TODOS IGUAL Y PUNTO. Pero pensándolo, sí que es verdad que va en contra de la construcción de la propia identidad en este caso, aún más difícil por ser dos personas físicamente idénticas.
Un beso.

PATSY SCOTT dijo...

Yo no he tenido gemelos pero sí muchas hijas - y más que en la ropa, me has hecho pensar en algo que ya me preocupaba en su día: el principio absurdo de tratar a todas mis hijas del mismo modo (para intentar ser justa) - cuando no todas tenían ni tienen las mismas necesidades o inquietudes. De todas formas, los lazos pueden "relajarse", mucho incluso, con los años, y eso es necesario y hasta beneficioso - pero no desaparecen del todo ni queriendo, y a mí eso me gusta.

Laura Sánchez dijo...

Me ha gustado, sienten gran vinculación el uno con el otro pero a veces amar tanto a alguien y sentir que de alguna manera tienes una deuda debe ser una especie de carga, entiendo el alivio con el que acabas el texto, me gusta...

Saludos

Justo dijo...

¿Has visto la película aquella de Cronenberg, Inseparables? Se sitúa en el extremo opuesto de las de Pili y Mili.

¿Te gustaría tener un gemelo, Capri? Y que también tuviera un blog, pero muy distinto al tuyo..

Javier dijo...

Los padres buscan erróneamente verter en sus hijos la visión que tienen de ellos y eso en el caso de los gemelos debe ser bastante complicado ya que puede llevar a una cierta asimilación entre ellos, si siendo diferentes buscamos nuestra reafirmación, en este caso supongo que aún más.

Capri c'est fini dijo...

*Justo, sí, la he visto... siniestra desde luego! ¿Qué si me gustaría tener un hermano gemelo? Pues por lo que he escrito me parece a mí que no... Aunque lo del blog gemelo e inverso, no es una mala idea, jejejeje Un abrazo.

*Pe-jota, los padres son los que vierten en las pequeñas tabulas rasas que somos... pero siento compasión por ellos (yo no soy padre) porque nadie viene con instrucciones y hay muchos estímulos que aunque dados, uno no es consciente de su riesgo. Por otro lado, también creo que echarle la culpa a los padres y a la primera educación es el recurso fácil... Un abrazo.