Los buenos amigos siempre permanecen, ahí, a tu lado, aunque no los veas todos los días. Yo, que a veces creo que la amistad está sobrevalorada, lo he podido comprobar. Cuando uno se sienta, cínico, a juzgar el mundo, la amistad es la primera condenada. Todos estamos expuestos a los vaivenes constantes de amigos y amigos que dicen serlo, pero que pasan por la vida de uno como pasan las barras de pan. No lo critico, también es necesaria esta categoría de amigos de consumo rápido. Son personas que van desfilando y que en un momento determinado crean un vínculo que posteriormente se verá efímero, pero del que se ha disfrutado hasta el momento en que caduca. Sin embargo, esta reflexión no está dedicada a este tipo de amigos, sino a los amigos verdaderos, los buenos.
¿Cómo se puede comprobar que un amigo es bueno? Pues procura no morderle, ya que aunque un amigo es un tesoro, éste no está hecho de oro. Cuando te encuentras con un buen amigo que hace tiempo que no ves, notarás, después de unas mínimas actualizaciones tipo cuéntame tal o cual cosa en concreto, como el tiempo se ha detenido. Es muy curioso porque cuando hablas de nuevo con él puedes trasladarte por arte de magia a cualquier momento que hayáis vivido juntos sin que parezca que nada ha cambiado. Por supuesto, que el tiempo todo cambia, pero cuando estás frente a frente a un buen amigo, no lo parece. No hay normas de cortesía y protocolo en la buena amistad, porque todo eso se dejó atrás en sus primeros compases, y se retoma desde el punto donde se dejó la última vez que os visteis. Te ahorras palabrería inútil con un buen amigo, porque sabes que pasa en cada momento y si no lo sabes te pone al tanto. Un buen amigo no es una madre, ni un hermano, ni un pariente al que tienes que ver en Navidad. El amigo sirve para el invierno más crudo, la tempestad más persistente o el plácido verano. Además no pasa de moda. Los buenos amigos pueden vivir muy cerca pero también muy lejos y veros de Pascuas a Ramos, porque como no funciona el tiempo en vosotros, no hay ningún problema. Los buenos amigos convierten tus neuras y manías en virtudes, algo muy interesante cuando uno no puede soportarse ni a sí mismo. Éstos, siempre te llevan a la risa, y cuando hay algún problema ninguno de los dos tiene motivos de reproche porque no cuesta nada pedir perdón. Los amigos siempre te dan facilidades de pago y no te cobran intereses, porque todos somos perfectas entidades financieras que ni presionan, ni agobian, ni te mandan cartas cada semana con tu saldo. No son fáciles de descubrir porque los buenos amigos están en peligro de extición y a menudo se camuflan en la anterior categoría de amigos, la efímera. No todo el mundo, en su vida, descubre un amigo, pero cuando lo haces disfrutáis a cada paso, juntos, en formación, subiendo cuestas o en la arena de la playa.
Yo, he descubierto este fin de semana, que tengo dos amigos de los buenos y que tendría que sepultarme el Vesubio para que los deje marchar. No han pasado grandes cosas para saberlo, ya lo intuía. Es lo bueno que tienen mis amigos, que basta un mesa, unas sillas y algo de beber para crear el entorno perfecto. Serán bienvenidos otros en el futuro, claro está, porque para en estos temas la exclusividad es una losa, pero sé que éstos me durarán lo que un diamante, toda una vida y un poco más.
Así, en homenaje a la buena amistad, les dedico a mis dos grandes amigos una canción de una película que trata sobre este tema y que en su secuencia final el narrador apunta:
La amistad de Jules et Jim no tenía equivalente en el amor. Los dos hallaban un placer total en naderías, comprobaban con ternura sus divergencias. Desde el comienzo de su amistad se les había apodado Don Quijote y Sancho Panza.
sábado, 16 de febrero de 2008
Los amigos diamantes
¿Sufres? Yo no sufro ya, porque no hace falta que suframos los dos
a la vez. Cuando tú termines, yo comenzaré.
Jules et Jim (F. Truffaut, 1962).
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3 comentarios:
Yo tengo una amiga así, luminosa y bella como un diamante. Veintitantos años juntas... Una amistad para siempre.
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Eres una afortunada, guardala bien en tu caja de caudales, los diamantes son valiosos y raros, aunque gracias al cielo aún quedan minas en el planeta.
Totalmente de acuerdo contigo. El problema es que luego vienen los traslados por motivo de trabajo, cada uno va haciendo su vida y algunos se pierden por el camino. Mantener la relación es siempre importante
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