miércoles, 8 de junio de 2011

El olor del jazmín

Una preciosa flor de jazmín.
Una preciosa flor de jazmín,
las flores perfumadas colman la rama
blancas y fragantes para deleite de todos.
Déjame que vaya y recoja una flor
para dársela a alguien,
flor de jazmín,
ah, flor de jazmín.

Mo Li Hua (canción tradicional china de la dinastía Qing, siglo XVIII)

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Las autoridades locales se reunieron para celebrar la detención de la bandida conocida como Flor de jazmín. Llevaba años atemorizando a la población, dijo el alcalde satisfecho de la operación. Sin embargo, en el pueblo se respiraba un aire que no era precisamente festivo. “Flor de jazmín” encarnaba la resistencia, nunca robó a la población porque sabía que en esa región lo material nunca sobraba. Las calles seguían empapeladas con su rostro y una recompensa por cualquier dato que pudiera ayudar a dar con su paradero. “Flor de jazmín” en el calabozo, sin embargo, callaba. Adoptó un rictus de piedra, inmóvil, esperando a que llegaran las torturas. Era verano y casi todo el pueblo tenía abiertas las ventanas para soportar mínimamente el calor. También en el edificio del ayuntamiento, donde brindaban por el enorme éxito policial. De repente se levantó una brisa que entró por las ventanas y las puertas, un aire aromático que olía levemente a jazmín. Nadie le echó cuenta, pero con el paso de las horas el aroma a jazmín se hizo más y más penetrante. Pesado, dulzón, el olor inundaba los despachos del ayuntamiento. Ante esto, los jefes mandaron a sus subordinados cerrar cualquier hueco que diera a la calle, pero la misma calle estaba inundada de aquel olor. Se improvisó una comisión que decidió arrancar todos los jazmines del pueblo. A los días, ya no quedaba ninguno, pero el olor persistía sin conocerse su origen. La nueva solución fue cerrar puertas y ventanas por la propia seguridad del pueblo, a pesar del calor estival. Es una estrategia de los secuaces de “Flor de jazmín” para desestabilizar, sentenció el alcalde. Y buscaron en cada casa, en cada armario, en los templos y en los mercados, pero el jazmín despedía un olor cada vez más insoportable y no se encontró responsable alguno. Las autoridades locales contactaron con las regionales y éstas con las nacionales, que decidieron trasladar a la bandida a la capital. Sin embargo, el aire del pueblo ya era apenas respirable. Y se decidió cortar por lo sano. Se obligó a los ciudadanos a dejar sus casas y el pueblo se abandonó, y se decidió que nadie volviera a él bajo pena de muerte. Se suprimió de los mapas para evitar que nadie diera con él. Desplazados, errantes, las personas del pueblo del jazmín, como ya era conocido en los corrillos, no eran bienvenidas en ningún lugar. Las autoridades ante su propio fracaso decretó el silencio: la palabra jazmín estaba proscrita.

Una pequeña historia para ilustrar la paranoia de una dictadura para evitar lo inevitable. China lleva unos meses prohibiendo y censurando la palabra jazmín en los medios de comunicación e internet para evitar que la denominada “Revolución de los Jazmines” de Túnez cale en el ánimo del pueblo chino. Me parecen medidas extremas que sólo los gobiernos autoritarios se atreven a tomar, pensando que, como el Gran Hermano de Orwell, pueden controlar los pensamientos de su población. Es lamentable que alguien llegue a pensar esto y para ello bloquee incluso producciones de una flor sencilla y cotidiana, base del té tradicional chino. Siguiendo este ejemplo hasta el infinito, podemos suponer que se irán censurando más palabras, ya no sólo políticas como democracia o libertad, sino de uso común bien porque se parezcan a otras palabras proscritas, bien porque sean usadas en alguna de las muchas manifestaciones a lo largo del mundo. Finalmente incluso si el gobierno chino quieren ser consecuente con su estrategia terminarían prohibiendo la palabra central de su ideología: REVOLUCIÓN, porque puede que sea muy china, pero no vaya a ser que al pueblo le dé por pensar.

10 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Es alucinante como los gobiernos autoritarios, dictatoriales, se empeñan en poner puertas al campo... El olor a jazmín acabará impregnándo todo el país. Ya verás. Besotes, M.

Rocío dijo...

La palabra Revolución y la palabra China se me antoja que no casan demasiado. Una pena...prohibir cosas bonitas, eso sí que debería estar prohibido.

Un abrazo.

Capri c'est fini dijo...

*Merche, alucionante, pero uno a uno todos los gobiernos de ese calibre acaban haciendo locuras como ésta con sus aparatos de censura... Vencerán pero no convencerán, que decía aquel!
Un besazo.

*Sentimentiras, otra de las aberraciones del régimen chino, parece mentira que un país con esa cultura e historia ande enredado en chorradas para parar lo imparable. No todo en la vida va a ser economía, vamos, al menos eso creo yo. Para prohibir, prohibir, que se prohiban ellos, como bien dices.
Un abrazo.

Francisco Méndez S. dijo...

Si, en China la palabra Revolución ha terminado por ser una palabra hueca carente de significado.
Al empobrecer el vocabulario se empobrece el pensar. Que lástima.

Saludos

Capri c'est fini dijo...

*Francisco, uno de los procesos más tristes de las dictaduras es que las palabras pierdan su significado, o que éste cambie, como ocurre en China y en muchos otros sitios. En especialmente sangrante en ese país, cuna de una pensamiento filosófico tan desarrollado, que se pierde el don de la palabra por una cuestión de poder.

Un abrazo.

Uno dijo...

Las dictaduras en su afán de control ejercen una censura ridícula. (acordémonos de la que aquí sufrimos) Para descojonarse, vamos, si no fuera por lo que significa.

Un abrazo

Capri c'est fini dijo...

*Uno, en realidad, estas cuestiones "ridículas" de censura unen a todas las dictaduras, de izquierdas y de derechas... Lo que no se espera es que la creatividad del reprimido siempre puede más que toda la represión. Ejemplos los tenemos en tantas dictaduras, incluso en la nuestra...

Un abrazo

Javier dijo...

Algo que la historia ha demostrado es que no se pueden poner puertas al campo. China se ha abierto al mundo y quieran o no el mundo acabará entrando en China, tardará más o menos, pero la cuenta atrás ha empezado y eso es imparable, lo malo son las vidas que se cobrará por la irracionalidad de los políticos.

Lula Fortune dijo...

Pensar... sí, al final se trata de eso...de la imposibilidad de controlar totalmente el pensamiento. Bueno, por lo menos algunas veces y de algunas personas...Esperemos que eso sea suficiente para no perder la ilusión.
Un beso muy fuerte...que hace mucho que no venía por aquí.

Capri c'est fini dijo...

*Pe-jota, muy de acuerdo contigo, el camino que ha optado China en lo económico es un camino de doble dirección, por más que quieran, por eso no deja de ser doblemente ridículo normas de censura como ésta. Un abrazo.

*Lula, bienvenida de nuevo, ya sabes que esta sigue siendo tu casa... el pensamiento es libre y estas medidas intentan frenarlo, pero no lo consiguen, estoy seguro.

Un beso.