
lunes, 29 de septiembre de 2008
Perfecta

miércoles, 24 de septiembre de 2008
El traductor simultáneo

domingo, 21 de septiembre de 2008
El otoño

jueves, 18 de septiembre de 2008
El obelisco de Aksum

Todo esto significa el obelisco de Aksum, botín de la invasión italiana de Abisinia en pleno auge del fascismo. Un gran pedazo de granito labrado de 1700 años y 25 metros de altura, que desde el año 1937, lucía en la plaza de la Porta Capena de Roma, enfrente de la sede de la FAO y del Circo Máximo. Mussolini lo arrebató de su placidez de siglos en tierras africanas como emblema de la superioridad italiana en el que iba a ser el germen del nuevo Imperio. Después de una ardua restauración y un difícil traslado, el 4 de septiembre de 2008 se reerigió en su ubicación original en Aksum (Etiopía), saldando una deuda que ya duraba 70 años. Un símbolo de los desmanes del fascismo que afortunadamente el gobierno italiano ha solucionado.
Esto me lleva a pensar en otras reclamaciones de patrimonio cultural: en los famosos mármoles del Partenón o la piedra de Rosetta del Museo Británico, en el bello busto de Nefertiti del Museo de Berlín, en el Altar de Pérgamo, también en Berlín o en los leones alados asirios del Louvre o del Museo Metropolitano. Todo ello fruto del saqueo colonial, símbolos de imperios aprovechados por otros imperios para destacar su poderío ante el mundo. Joyas que se encuentran a cientos de kilómetros de sus lugares de origen y que nos hacen pensar por que tienen aún el poder de retenerlas. Y parece ser que nadie da el paso para solucionar paradojas del mundo como la de que en Roma haya más obeliscos egipcios que en el propio Egipto o que para conocer el arte griego clásico lo mejor es ir al Museo Británico. Aplaudo la noble decisión italiana de devolver a los etíopes su obelisco. Con ella, la misma piedra que en Roma sólo podía ser causa de vergüenza del ratero fascismo, vuelve hoy a convertirse en una obra de arte.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Hormiguero

-¿Dónde has estado, holgazán? Me tenías preocupada.
Abatí los hombros. Mi mujer tenía razón. La urbanización de las afueras estaba fuera de nuestro alcance: las cuotas de la hipoteca, la comunidad, los impuestos... Decidido, dejo la poesía definitivamente y mañana mismo, me pongo en serio a buscar trabajo. Date cuenta, muchacho, eres una hormiga adulta.-En la afueras, querida, he visto que están construyendo mucho por allí. Ya es hora de que dejemos el alquiler del piso y nos decidamos a comprar algo. Es una zona bonita. Mucha gente se ha mudado.-¿Estás seguro? Contigo parado y mi trabajo en la empaquetadora de pipas, no sé si podemos permitírnoslo.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
León el Africano


domingo, 7 de septiembre de 2008
Las muñecas rusas
Es difícil saber que es lo que se debe hacer. Si te dejas llevar por la manada, corres el riesgo de verte en un lugar incómodo, haciendo algo que en la vida hubieras dicho que harías. Con las relaciones pasa lo mismo, uno nunca sabe. Se debe huir del bienintencionado consejo ajeno, pero a veces es más sencillo que te susurren la solución a tener que buscarla por ti mismo. Además solemos buscar un prototipo, creado en nuestra mente, que difícilmente se encuentra sobre la Tierra. Esta es el primer problema. Queremos hallar una especie de Frankenstein, hecho de retazos de diferentes cualidades que creemos inmejorables, pero que nunca se darán en una única persona. Luego existen otros ingredientes que no podemos olvidar, como nuestra propia receptividad en un momento dado o incluso el simple hecho de ver que es lo que hay delante de tus ojos. Parece una tontería, pero a veces, las pistas dejan de serlo para convertirse en evidencias y aún así seguimos ciegos. Con todos estos obstáculos, hablar de parasiempres nos hace sentir un escalofrío que recorre cada músculo de nuestro cuerpo. Es lógica esta inseguridad cuando conocemos a alguien. ¿Es la persona definitiva? ¿Hemos concluido la búsqueda? ¿Es la última muñeca rusa?

Xavier (Romain Duris) vive en el caos. A su alrededor, las cosas tampoco pintan bien para casi nadie. A pesar de que ha cumplido su sueño de ser escritor, malgasta su talento en guiones malos para la televisión, pequeños artículos o como negro para biografías de famosos. Sentimentalmente tampoco anda mejor, ninguna historia le dura. Una chica tras otra, ve como la estabilidad es imposible. ¿Cuál es el problema? Camino de los 30, comienza a planteárselo todo. Lo que antes eran firmes decisiones, ahora pueden ser estrepitosos errores. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Será esta nueva chica la relación definitiva? ¿o ésta está detrás de alguien que conozco muy bien? Preguntas y más preguntas de difícil solución.
Y es que nadie dijo que vivir sería fácil. Las relaciones flotan en un mar donde nadie habla el mismo idioma. Luchamos contra nuestros propios defectos, nuestro egoísmo, nuestra incomprensión, por no hablar de la gente que no rodea. Se supone que llegar a la madurez implica compromiso, equilibrio, solidez... pero nada de esto es posible, por temor a la rutina. Aceptamos con desgana el desorden pero no queremos vernos viviendo la vida de nuestros padres. Los días pasan como balas y pocas cosas mejoran. Pero hay que despertar, los príncipes y las princesas sólo existen en los cuentos de hadas y que yo sepa, no estamos viviendo en un castillo.
jueves, 4 de septiembre de 2008
El amor es ruido
