
viernes, 31 de octubre de 2008
El vigilante de museo

domingo, 26 de octubre de 2008
El tiempo cambiado
Estoy en 5 minutos, aunque esto no signifique nada, porque esos 5 minutos pueden ser 5 y parecer 5 horas o 5 siglos. Tic tac, tic tac, insoportable sonido que no cesa. No hay nada que pare el tiempo, sea una hora ligera o pesadas gotas de tiempo que caen lentamente. Días, horas, minutos, segundos, décimas o milésimas de segundo, todo en una irrefrenable cadena que no tiene fin. Ni la vida detiene el tiempo, porque nuestro tiempo puede acabar pero la vida sigue para el resto. El paso del tiempo nos envejece, oxida nuestras células y las va matando progresivamente, interesante milagro biológico, que se ha repetido de generación en generación y lo seguirá haciendo. Pasado, que guardamos en una caja de plomo dentro de nuestra cabeza, presente instantáneo que cuando lo procesamos ya no es presente y futuro que no llega. No hay flashbacks como en el cine, ni hay botón de pause. Nada detiene esta línea que como un raíl de tren sigue su viaje implacable. No quiero ni hacer referencia al llamado tiempo interior, que es solamente una patraña propia de filósofos y poetas. El tiempo real lo marca el reloj, da igual si es el único con el que contamos o si tenemos todo el tiempo del mundo. Su trabajo es hacer pasar el tiempo por su esfera y nada más, sin responsabilidades de ningún tipo.
miércoles, 22 de octubre de 2008
El crepúsculo de los dioses


Vídeo-montaje con escenas de este clásico del cine.
sábado, 18 de octubre de 2008
No sólo huesos

martes, 14 de octubre de 2008
Besos sin sentido

sábado, 11 de octubre de 2008
Los premios literarios

Los premios literarios son de dos tipos: los que premian a una obra, que aún está en el mercado y por lo tanto sirven como reclamo publicitario para los posibles compradores y los que se conceden al conjunto de una obra, como el premio Nobel. Si todo el mundo reconoce los motivos de los primeros, es más difícil con los segundos, porque ¿cuál es la razón de premiar a estos escritores? Me imagino a los miembros del comité de selección del Nobel, o del Cervantes, o del premio Príncipe de Asturias de las Letras discutiendo: este año le toca a una mujer, que no, que a un francés, pero a ese no, que llevamos a muchos novelistas seguidos... En fin, hablarán de todo menos de libros. Este tipo de premios institucionalizan un nombre y lo hacen conocido internacionalmente, creo que esa es su función principal, más allá de agradecer su contribución a la cultura a una determinada persona o a un movimiento literario. Es curioso, como de repente, se añaden a sus apellidos, un apelativo extra: el de Nobel y como por arte de magia se convierten en objeto de deseo de medios de comunicaciones, universidades, círculos literarios y editoriales.
No me resistía a poner esta magnífica foto de Henri Cartier-Bresson de 1965, donde retrata en París a Le Clézio y a su esposa, como la pareja perfecta de jóvenes intelectuales, existencialistas y sesenteros.
martes, 7 de octubre de 2008
Añoranza urbana

Fui al casco viejo porque allí la ciudad seguiría siendo la misma, alejada de los edificios nuevos de las afueras. Siempre he preferido los centros de las ciudades, donde todo cambia más lentamente. Llovía como suele llover, a poco, calando constantemente la ropa. La piedra hacía resbalar la lluvia menuda. Allí el tiempo estaba tal como lo dejé, gente con paquetes y bolsas de un lado a otro, paraguas que se asomaban tímidamente por las calles. Esa era la ciudad que quería ver. Una sonrisa detrás de un té con limón me dio la bienvenida. Era consciente de la fecha, pero mi mente, que es traicionera, me transportó algunos años atrás, a momentos felices. Es curioso como vamos olvidando la rutina o los malos ratos, para quedarnos sólo con los recuerdos agradables. Hablamos y hablamos de todo un poco, de entonces y de ahora, de los cambios de la vida, de gente que probablemente no veremos nunca más. Hablamos y reímos, con ganas, sin el pesar de mirar los años pasados, sin malas caras. La recordaba igual, agradable, sencilla, con los cambios justos para demostrar que el tiempo había pasado, pero sin que nada fuera irreconocible. Luego dejó de llover y me despedí, sin drama, hasta pronto. Me despedí con esa infame manía mía de no calibrar bien lo que siento en el momento, por lo que siempre me quedo corto. Volví caminando por calles familiares. En una tienda vi un cartel que siempre me hizo gracia, seguía ahí después de todo. Sonreí. Volví a casa con esta última sonrisa.
viernes, 3 de octubre de 2008
Vicky, Cristina y el país de los tópicos
Vicky (Rebecca Hall) es sensata, prudente y busca un amor sereno del que pueda disfrutar toda la vida. Cristina (Scarlett Johansson) quiere sorpresa, pasión, un hombre que le remueva la realidad y la saque de este mundo. Vicky y Cristina son dos mujeres insatisfechas que buscan un país donde sus sueños se hagan realidad. Pero los países nunca son como nos los imaginamos, ni siquiera la Manhattan que sueña Woody Allen es como él cree que es. Siempre hay mucho más. Y es este el problema de teorizar con los tópicos. Está bien para dar una pincelada, pero el tópico es desconocimiento y ninguna obra se debería basar en éste. Todas las mujeres y todos los hombres son como Vicky y Cristina, queremos pasión y serenidad, sentido y sensibilidad y cuando tenemos lo uno añoramos lo otro e incluso queramos ambas cosas a la vez. Si una muere de amor por un pintor bohemio e intelectual, esta situación nunca puede ser definitiva, porque llega un momento en que la experimentación nos cansa y queremos algo más convencional. Si la otra tiene un novio formal a la antigua usanza, es lógico que quiera sentir en su propio cuerpo un amor arrebatado y prohibido. Los seres humanos somos así de contradictorios. Incluso diría más, esta argumentación se viene abajo porque es una generalización y como todas, hacen aguas cuando encuentran a una persona que no la cumple.
