Un cuadro de un museo es, posiblemente, el que tiene que escuchar más tonterías en todo el mundo.
Se levantaba todas las mañanas feliz y se iba al trabajo. Cuando se abrían las puertas, él siempre estaba en su puesto. Sus jefes felicitaban esta solícita actitud y sus compañeros estaban escamados con él, porque los hacía más vagos de lo que ya eran. Siempre vigilaba la misma sala, la VII, de un pequeño museo. No había grandes cuadros en la colección, pero en su conjunto no estaba mal. Cuando la sala se vaciaba de visitantes, que por su poca afluencia era a menudo, el vigilante realizaba siempre la misma acción: se paraba frente a un cuadro en concreto. Era algo más que una mera preferencia, verdaderamente amaba ese pintura y ni siquiera prestaba atención al resto de las que adornaban la sala. Repasaba cada día con su vista el marco, dorado y con espigas, con un recargado cartel en su base que lo titulaba con letras de molde: El rapto de Europa. Contemplaba los reflejos de la luz en el agua, las texturas de las telas y las expresiones de sus personajes: las damas horrorizadas, el toro con expresión pícara y la dulce Europa a sus lomos que miraba fijamente al espectador. Prácticamente nadie más le prestaba ninguna atención. Los guías turísticos se centraban en otros cuadros de la sala y salvo alguna mirada de soslayo, el vigilante era el único a quien Europa observaba. Esta situación, por otra parte, le agradaba mucho.
Pero todo cambió con una visita sorpresa al museo de una cantante muy famosa, que el vigilante casi no conocía. Rodeada de toda una corte de autoridades y asistentes, recorrió una sala tras otra y apenas estuvo 3 minutos en la VII. Todo hubiera sido más o menos normal, no más allá de una simpática anécdota, cuando a los pocos meses esta misma cantante publicó un disco cuya portada era El rapto de Europa con su cara en lugar de la desdichada raptada. El disco fue un éxito planetario y se hizo tremendamente popular. El director del museo se frotaba las manos con el negocio y, verdaderamente, las visitas aumentaron aunque sólo fuese por la curiosidad de ver el original. La sala VII se convirtió en la joya de la exposición y ahora los guías guardaban su mejores explicaciones para el cuadro. Sesudos profesores discutían frente a él sobre la calidad de la luz o la técnica del pintor. El vigilante, por su parte, comenzaba a echar de menos los pasados momentos de intimidad con el cuadro.
Un día de invierno, la sala se quedó de pronto desierta, como solía ocurrir anteriormente y el vigilante aprovechó la ocasión para echar un vistazo. Todo le pareció diferente. Donde antes había genialidad, ahora veía burdos brochazos, rostros inexpresivos y colores planos. Europa ya no le miraba de igual manera porque donde debían estar sus ojos sólo había unas cuencas vacías. Sin poder soportarlo, se acercó a la esquina donde tenía su mochila y con el cuchillo con el que se pelaba la manzana de la merienda, rajó el lienzo de arriba a abajo. Cuando la policía lo interrogó, confesó de plano sin escurrir el bulto. En el fondo sabía que había hecho bien.
30 comentarios:
El análisis de una obra de arte, puede arruinar, el goce estético de esta. al igual que la excesiva comercialización
Saludos
No me extraña que rajara el cuadro, le traicionó.
Cuántas veces he pensado que ser vigilante de museo es la octava maravilla al poder dontemplar obras de arte durante horas, pero siempre acabo pensando si no será terrible en el fondo, podría terminar por odiarlas de tanto verlas.
Manejas un muy bien afilado bisturí dentro de un hermoso texto, es un placer leerte Capri.
Es duro cuando tu amante exclusiva ha de ser compartida por tantos ojos.
En referencia a la cita, los vigilantes de museo sí que deben hartarse de lo que dicen los "expertos", seguro que los tienen a todos catalogados, algunos serían dignos de que le cortasen la lengua con el cuchillo de la manzana, que también tuvo su tarde de gloria al transmutarse en arma homicida (de cuadros), añorará sus manzanas cuando se le acaben los 15 minutos de fama?
En fin.
Capri, me ha encantado tu texto. Siempre que visito una galería o un museo pienso en los vigilantes. ¿La costumbre ha hecho que dejen de valorar el arte que les rodea? ¿Se habrán cansado de ver siempre las mismas imágenes? Me gusta el final de tu relato.
La chica del puente me la descubrió mi hermano hace años, cuando una profe de esas q no temen dejar de lado el libro de texto se la puso en clase de francés. Por suerte pude comprarla en dvd, porque ahora es bastante difícil de encontrar. Desde entonces no la había vuelto a ver y el martes me volví a enamorar de ella. Es tan poética! Genial el uso de la suerte, el destino, el hecho de que él sea un lanzador de cuchillos, la música, las conversaciones a distancia... todo!
-Y ahora qué hacemos? ¿Nos damos la mano, un beso..?
-Nos olvidamos.
-No te prometo nada.
Un besazo bien grande!
*Ulysses, a veces creo que el análisis bien sea de una obra de arte, de un libro o de un disco va mucho más allá de lo que quiere decir. Y luego también ocurre que andamos condicionados por lo que dicen otros para dejarnos a nosotros disfrutar en libertad. Un abrazo.
*Pon, sí, a mí tampoco me extraña que lo hiciera. En otra de mis vidas seré vigilante de museo, para poder odiar a gusto a obras y visitantes todo los días. Gracias por tu elogio, Pon, llevo a afilar el bisturí a menudo. Besos.
*Iduard, es duro compartir, a pesar de lo que nos enseñen en las guarderías... Los expertos deben ser los enemigos naturales de los vigilantes de museo, porque estos últimos ven a demasiada gente como para que los primeros les engañen con palabras bonitas. Un saludo.
*Patricia, el caso de los vigilantes de museo es como el de los que trabajan en una pastelería, todo el día rodeados de dulces creo que pueden hacer que los aborrezcan un poco, no crees? En cuanto a La chica del puente, hace mucho que la busco en DVD pero nada, imposible... Aparte de mi confesada pasión por Vanessa Paradis, creo que la película podría gustar a mucha gente, pero como siempre está el maldito prejuicio del cine francés o del cine independiente... en cualquier caso me encanta coincidir contigo. Un beso.
La soledad qué mala es...
;-)
Genial tu post como siempre querido Capri. Yo tambien siempre me he fijado en los vigilantes, les veo tan aburridos, tan hastiados que me dan pena. Pero entrar en una sala donde no haya una multitud (como pasa hoy en dia en muchos museos) es una gozada. Esto me pasaba en los años 60 cuando llevaba a mis hijastros al Prado y había cuatro gatos admirando las obras de arte. Hoy en dia es como estar en el metro en hora punta. No lo aguanto. El horror de los horrores es el Louvre y la Mona Lisa. Yo la vi tambien en los años 60 y era un cuadro pequeño, casi insignificante. Hace unos años fui, invitada por mi cuñada, y cuando divisé la famosa Mona Lisa de lejos por encima de cientos de cabezas parecía una estrella de Hollywood, mucho más grande, más luminosa. Definitivamente no era la que vi cuando aún se podían visitar los grandes museos sin aglomeraciones multitudinarias. Besotes, M.
Si, no sé......creo que acabaría matando al desgraciado que acercase un dedo al marco de las Meninas......
¡Muy bueno! El vigilante celoso, el cuadro que se deja querer, el delito y luego, nada de arrepentimientos, ¡la reafirmación de lo acometido! Posiblemente el cuadro le había dicho al vigilante mil veces que jamás sería de nadie más que de él. O puede que no, puede que el vigilante oyese solo lo que quería oir.
Y la cita del principio cojonuda.
En ocasiones y en muestras muy experimentales me divierte ver el rostro de algunos vigilantes, que sin decir nada te dicen con el gesto: "Esto es lo que hay, mira tú qué tontería, y a esto lo llaman arte".
Recuerdo en concreto una que consistía simplemente en varias sillas esparcidas por una sala.. con una extraña música enrareciendo el ambiente. Y los vigilantes, que no se sabía si formaban parte de la exposición.
A mí es un oficio que me gusta.
Como me ha gustado tu historia, mucho. En un plano parecido, ¿no sucede eso, por ejemplo, en el pop, cuando un grupo o artista que consideramos exclusivo nuestro y de unos pocos, comienza a tener éxito, y muchas veces se reniega, y entonces va dejando de gustar porque consideramos que se ha vulgarizado?
Y no creo que sean conductas esnobs -aunque a veces sí-; es que nos gusta sentirnos especiales, diferentes a través de nuestras claves estéticas.
Un abrazo
Yo estudié historia del arte, y a menudo en clase me preguntaba porqué tanto pensar la obra de arte, cuando lo que hay que hacer con una obra de arte es sentirla. Aunque es cierto que una obra de arte puedes llegar a entenderla si la estudias, aunque no te guste mucho.
Besos felinos.
Simplemente genial!!!
gracias por este blog, lo visito con frecuencia, es un placer. Por cierto, te agradezco por tu comentario en el mío.
Acerca de las cosas perdiendo sentido... Pasa, y no sólo con una pintura: con un cuento, con un hombre, con una canción con un poema. A veces pierden su encanto, y uno no puede creer cómo pudieron haberle gustado tanto en algún tiempo.
Un beso enorme!!
Un crimen pasiona, puros celos... al menos no fue cobarde al confesar.
Has personificado muy bien lo que supuso para el vigilante de la sala VII descubrir la infidelidad y el desprecio de la dulce Europa.
Ocurre igual si llevamos esta historia a relaciones interpersonales, cuando una de las dos partes sobresale en fama, prestigio o éxito, es muy difícil que la otra parte no quede relegada...
Me encantó la frase de inicio y tu imaginación para escribir el texto.
Un beso:)
Me gustaban mucho Los Panchos y de pronto se convirtieron en número uno, "la primera" hacía una spot con el "si tu me dices ven".
Se acabó la magia, la maravilla de escucharlos a altas horas de la noche.
Nada volvió a ser igual.
terrible!!!!!!!!
si no eres para mi, no seras de nadie,....
terrible similitud con la vida real,
no sabemos compartir,somo muy egoistas,...
un gran post,
un besazo
¿Le gusta a usted más Francia o Italia?
Capri, me alegra volver aquí.
La historia que cuentas , desconozco si ha sido cierta en su fondo, pero aunque no lo fuera, bien pudiera serlo, y contiene muchos matices profundos.
El humano se suele mover por modas, influencias e intereses, pocas veces por criterios personales enraizados fuertemente.
El sentirse traicionado por uno mísmo en función del entorno, provoca una frustración iracunda.
Buen post, amigo.
Saludos con afecto
*Sintagma, desde luego, la profesión de vigilante de sala en un museo es muy solitaria. Un saludo.
*Merche, bueno, hay museos y museos, cuando he ido al Thyssen o a la Real Academia de S. Fdo. desde luego una multitud no había, pero en el Prado es imposible, lo reconozco, las colas de la entrada me han echado para atrás muchas veces. Como tú, prefiero un museo tranquilo, pero que haya mucha gente viendo arte me da mucha alegría, porque significa que interesa y que la cultura se extiende. Un beso.
*Pon, como odio a la gente que acerca sus manazas a los cuadros, pero ¿para qué? ¿para comprobar que está pintado? no lo entiendo.
*Rata, o puede pasar también que la esquiva Europa descubrió las mieles de las multitudes y se olvidó de sus humildes comienzos. La historia de todas las estrellas... Un saludo.
*Justo, es que hay algunas exposiciones que son para echarlas de comer aparte. Yo estuve en una de Yoko Ono en que la gente se iba indignada... pero a mí me hizo gracia. En cuanto al pop, tienes razón cuando algo se hace demasiado conocido y se generaliza normalmente baja el listón para contentar a todos... Somos un poco esnobs, para que mentir... Un saludo.
*Pantera, es distinto apreciar una obra como estudioso que como mero espectador. Los primeros usas sus conocimientos y el resto sus sensaciones... De todo tiene que haber, desde luego. Los historiadores del arte son necesarios también (y si has estudiado Hª del Arte lo sabrás bien). Besos.
*Jessi, muchas gracias por leerme, es un placer para mí. En cuanto a los gustos cambiantes, pues es hasta normal, lo raro sería que te gustaran las mismas cosas desde pequeño. Se descubren cosas nuevas que muestran los defectos de las viejas y a veces incluso se retoma un gusto anterior. Un beso.
*Lúcida, precisamente es lo que quería contar... un crimen pasional, los celos que ciegan a una persona... eso le ocurría al desdichado vigilante. Besos.
*Sibyla, cuando una persona se convierte el objeto de devoción de miles la persona que tiene más cerca por fuerza tiene que sufrir, porque ese cariño se reparte y apenas te quedan unas migajas, cuando antes tenías todo el pastel. Besos.
*Luz de gas, cuantas cosas han sido instrumentalizadas por la publicidad... al final quedan desposeídas de contenido, como "Si tú me dices ven". Tocan encontrar nuevas canciones para las madrugadas. Saludos.
*Nomolamos, una versión de "La maté porque era mía" en versión museística... El vigilante pensaba que Europa era suya, sin saber que era de todos un poquito. Era una realidad que su corta mente no podía soportar. Como la vida misma... Muchos besos.
*Jaime, hummm, es como si me dices que mano quieres más, si la izquierda o la derecha... soy francófilo e italianófilo sin remedio. Pequeños vicios que todos tenemos... Un saludo.
*Morgenrot, pues te agradezco mucho que pienses que es profundo lo que he contado. No ha ocurrido más que en mi mente, pero si lo piensas puede ser una historia perfectamente real. Cambia vigilante por simple hombre y Europa por simple mujer y es una historia de celos y pasión con final trágico. Un beso.
Capri, me gustan las historias de amores, imposibles o imaginarios.
Al final, todo queda en los sueños y desvelar la realidad, mata al amor.
Gracias y un beso, más que fuerte, para tí
Reconozco el hecho del goce interno como una especie de comunión mística entre obra y espectador, cuando esta se ve perturbada o vulgarizada puede nacer un cierto sentimiento de desasosiego, así que entiendo al vigilante en su afán de destruir aquello que amaba como algo que había sido mancillado.
¿Verdaderamente crees que las aglomeraciones de hoy en dia en los grandes museos responden al interés cultural de la gente? No dudo que a muchos sí, pero me parece que para otros es un consumismo mas porque está de moda... Sigo yendo a los pequeños museos, como el Thyssen, el de Sorolla (un tesorito). Bueno ahora que me acuerdo tambien he estado en el Reina Sofía varias veces y no ha estado abarrotado... Besotes, M.
Yo creo que tanto rato en una sala como la que describes me volvería loco. Un saludo y hasta pronto.
creo se sentia celoso...le habian robado la intimidad con su cuadro ...
No entiendo de pintura, ni de escultura, ni el arte en general. Pero siempre, desde que vi la obra en una fotografía en un libro de texto, he estado enamorada. ¿Puede estarse enamorada de una obra?.
Cuando tuve la oportunidad de contemplarla de verdad, volví a la biblioteca a releer todo lo que ya sabía de Ella, volví a ver sus formas, su expresividad, su contenido, la belleza de esa Vírgen siempre joven. Su mensaje me sigue cautivando.
Y cuando por fin la vi, estaba detras de un cristal. Se que alguien, algún loco de esos que andan sueltos, quiso estropearla, quiso cargarsela. Por eso está tras ese cristal. Y allí de pie, sóla, ya que mis compañeras del cole estaban "patinando por la Iglesia", pude contemplarla tras ese cristal. Maravillosa obra.
Supongo que la seguridad en los museos, o en las iglesias es importante, pero ¿hay que aislar a las obras de su público?. Ya he dicho antes que no entiendo de arte.
¿Se puede decir aquí que no me ha gustado lo que has escrito? No se, supongo que me acorde de todo aquello. Aunque yo no le tiré ninguna piedra al cristal.
Muchos besos. Cuando vuelva a ver la maravillosa obra, te volveré a contar lo maravillosos que fué.
Es que la Europa de los trece ha pasado a ser la Europa de los 28 (¿o somos más?), y claro, esa prostitución de países, acaba por pasar factura a los desprevenidos clientes nuevos. Los proxenetas de rango sacan sus dagas para acuchillar de arriba a abajo a los que no se amolden a sus impuestos y pensamiento único.
Un posesivo, el vigilante...y un elitista. Les pasa a muchos con algo o con alguién, cuando nadie se fija, ellos están encantados, y en cambio, cuando pasa a ser algo más popular, se sienten en la obligación de dejar de ser admiradores.
También es cierto que si hablamos sólo de cuadros y de museos, algunas obras, a fuerza de ser objetivo turístico, llegan a resultar imposibles. No por la obra en sí, sino porque nunca puedes verla con la tranquilidad y el ambiente adecuados.
Saludos, Capri
FANTASTICO, CAPRI, CADA VEZ MEJOR!
Excelente blog, muy rico realmente, ya lo agregue en favoritos para verlo otro dia....
*Morgenrot, muchos besos, eres un sol.
*Pe-jota, me inclino más por el furor homicida del que cree que ha perdido para siempre lo suyo. Perder una comunión mística sí que debe ser desasosegante, nunca me he visto en una de esas. Un saludo.
*Merche, pues supongo que hay de todo, pero me imagino que la ingente cantidad de turistas y que el nivel cultural ha subido son los dos factores de los llenazos de los museos. En cualquier caso, el que vaya a un museo por moda o simplemente por decir que ha estado es estúpido del todo... Un beso.
*Jordicine, jejeje, otro que haría como el vigilante... un saludo.
*Peggy, eran celos y una especie de frustración de no volver a poder gozar de los momentos pasados... pobre Europa! Besos.
*Anónimo, creo adivinar que obra es y tienes toda la razón, pierde su gracia vista a lo lejos desde un cristal. Creo que es la solución menos currada de la historia para protegerla, pero a la vez es muy eficaz. Claro que puedes decir que no te ha gustado el post, eso ni lo preguntes, ¿o no dices siempre lo que opinas? No hace falta entender de arte para entender el sentimiento de una persona que le han robado aquello que creía suyo. Este post no va de arte, va de frustración. Besos.
*Strawberry, 27??? entre tantos no se sabe bien de quien te puedes fiar. Europa siempre fue muy casquivana y ha abierto las piernas al primero que la ha impresionado, siempre bajo las condiciones de los grandes proxenetas del continente (que no te diré cual son pero seguro que sabes). Un abrazo.
*Cristina, es el desasosiego de ver que tu pequeño tesoro anda en boca de todos, lo vulgariza y es incluso lógico el rechazo. Y en cuanto a museos y cuadros, cuando creas ver mejor una obra de arte en un libro que al natural es que el lugar donde está o la gente que hay te lo impiden ver. Eso está claro. Recuerdo la Capilla Sixtina, dandome empujones con los japoneses, todos con las cabezas para arriba. Un caos. Besos.
*Eduardo, muchas gracias.
*Anónimo, entra cuando quieras, esta es también tu isla perdida. Saludos.
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