
sábado, 28 de junio de 2008
Errores BX

domingo, 22 de junio de 2008
El verano
Leo la última frase de la página. Hojeo las siguientes con desgana y cierro el libro. Lo dejo a un lado y me tumbo por completo en la toalla. Cierro los ojos. El sol me hace ver extrañas figuras con los ojos cerrados. Los vuelvo a abrir. Observo los granos de arena, la larga fila infinita, unos encima de otros, apelotonados, que intentan invadir mi toalla. Si te fijas atentamente, cada grano es único, diferente al siguiente. Miro al ras mi mano y tres granos de arena en su dorso forman un triángulo, minúsculo, imperceptible. Me concentro en ellos como si fueran un pequeño acertijo. Oigo el rumor de las olas estrellándose contra la orilla. Me relaja. A veces, este sonido se interrumpe por los gritos de alegría de los niños jugando con la arena o la conversación musitada de una pareja cercana. Noto como el sol poderoso toca mi piel, la enrojece, la reactiva. Una sola nube blanca pasea por el cielo, completamente celeste. En mi frente, una gota de sudor rezuma y cae con estrépito sobre la toalla. Hace calor. De un salto me levanto y me dirijo decididamente hacia el mar. Uno, dos, tres, cuatro grandes pasos y sumerjo mi cuerpo en el agua. Abro los ojos, siempre abro los ojos bajo el agua. Ahí abajo no hay gritos playeros, ni tormentas de verano, ni incómodos sofocos, allí sólo hay calma, calma con sabor a sal.
Ayer, 21 de junio, a las 01:59, llegó el verano al hemisferio norte. Es la estación más larga del año. Dura 93 días y 15 horas. Disfrútenla porque se puede hacer muy corta. ¡Feliz verano!
Janis Joplin - Summertime
Directo en el Gröna Lund de Estocolmo en 1969.
jueves, 19 de junio de 2008
Piratas, venecianos e indios
Una cosa es la literatura, tan beneficiosa, tan inatacable y otra muy distinta es el mundillo literario, tan lleno de temidos críticos, aspirantes a estrella, editores ambiciosos y demás fauna. Supongo que no es un caso único y que en todas las profesiones (y más las que son de cara al público) hay sus más y sus menos. Ayer escuche en la radio a un periodista que cubría un ciclo de conferencias sobre literatura hispánica en que se dieron cita tres escritores de relumbrón: Mario Vargas Llosa, Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte. Después de narrarnos la crónica del momento, en que cada uno de ellos explicó su concepción del hecho creativo, la presentadora del programa le preguntó: ¿Y que se decía off the records allí sobre ellos? y el periodista soltó un uffff, como diciendo que allí habría habido palos para todos. Se puso misterioso y sin querer soltar prenda contó que entre los críticos, periodistas, catedráticos y demás público congregado había tres bandos: los piratas, los venecianos y los indios. No quiso contar más para no pecar de indiscreto, que cada cual saque sus conclusiones, pero habiendo tres escritores es indudable que los tres bandos se correspondían con ellos tres.
Es curioso que, sin existir en la actualidad ningún grupo generacional o estilo común entre los escritores hispanos contemporáneos, se pueda engrosar cada apartado con muchos narradores españoles o hispanoamericanos. Los tres autores que encabezan cada grupo pueden gustar más o menos pero son, sin lugar a dudas, referentes de la literatura en español, además de que venden muchos libros. Curiosamente los tres pertenecen a la Real Academia Española:
*El pirata: Arturo Pérez-Reverte. Sus libros traspasan fronteras, quizá es el escritor español más exportado. Acaban de darle en Italia un premio a la mejor obra narrativa extranjera por El pintor de batallas. Encarna a la más pura tradición española en sus letras. Es admirador del Siglo de Oro y se nota en sus libros, en los que siempre le hace referencia. Tiende a la cruda narrativa con tintes épicos. Disfruta de los héroes perdedores, fuera del canon, pícaros y adapta su lenguaje a estos mismos. No es ampuloso ni pedante y también lo refleja en sus escritos. Me gustó El maestro de esgrima.
*El veneciano: Javier Marías. Si el anterior circunscribe su influencia a la literatura hispana, Marías se decanta por la extranjera, especialmente anglosajona. Quizá sea el menos conocido de los tres. Disminuye la acción sustituyéndola por la introspección, tendiendo, aún escribiendo narrativa, a la lírica. Sus referentes literarios son más cultos y elaborados, aunque prefiere prescindir de adornos innecesarios en su estilo. Las estructuras de sus historias están perfectamente bien pensadas y desarrolladas. Es sesudo y racional, como en sus obras, que son serias e intelectuales. Te hace reflexionar. Me gustó Corazón tan blanco.
*El indio: Mario Vargas Llosa. Figura clave del boom latinoamericano, eterno candidato al Nobel. Es el mejor ejemplo de literatura hispanoamericana aunque mantiene influencias tanto españolas como europeas, todo pasado por el filtro del realismo mágico aunque ha utilizado diferentes modos de vanguardia. Su estilo es rico, barroco, enmarañado, utiliza indigenismos y jerga local junto a lenguaje culto. Ha introducido el humor en sus relatos en muchas ocasiones y tiende al esperpento. Huye de la narrativa convencional y prefiere las historias contadas desde diferentes puntos de vista y con multitud de personajes. Me gustó Pantaleón y las visitadoras.
Como todo lo que escribo, no pretendo sentar cátedra, simplemente me dio por pensar que escritores pueden incluirse en alguno de estos grupos. Os invito a que lo penséis también un momento. Tres maneras diferentes de ver la narrativa. En la variedad, está el gusto.
domingo, 15 de junio de 2008
Expo Zaragoza 2008

jueves, 12 de junio de 2008
Los alimentos perecederos

lunes, 9 de junio de 2008
Las mismas bodas

Las mismas caras sonrientes cogidas del brazo desde el altar, los mismos ojos llorosos de satisfacción y esperanza de los padres, los mismos invitados bullangueros, la misma ropa, las mismas ganas. Bodas, bodorrios, celebraciones íntimas, sea de alguien muy cercano o de un completo desconocido, todas usan los mismos ingredientes. Como los ritos ancestrales de iniciación, las mismas situaciones que son mezcla de tradición y alegría. Cada cual interpreta su papel dentro del conjunto, novios felices, solícitos padres, invitados alegres y camareros ajetreados. Como un ballet, se mueven alrededor de las mesas representando la emoción del momento. Platos, flores, tarta, baile, vino, algunos excesos, el punto de partida de una convivencia presuntamente próspera... Las mismas personas participan de todo eso, bien sea desde el recuerdo (feliz o triste, eso da lo mismo) o desde la inexperiencia. Todos hemos sido espectadores de bodas, observando detalles con el gesto torcido o completamente entregados a la causa. Todos formamos parte de este rito social, plagado de convencionalismos, desde el sí, quiero (o sí, acepto, en versión civil) hasta el fin de fiesta, con los pies doloridos. Nadie se escapa a estas celebraciones, más o menos implicados. Hablamos en las bodas de lo mismo, de lo guapa que va la novia, de qué de tiempo no ves a tal o cual persona, de cómo te va la vida, pasamos ese examen inevitable con las mismas preguntas y las mismas respuestas. Puede ser aburrido, pero es así, nada cambia. Supongo que nadie se atreve a retocar esta institucionalizada ceremonia de la alegría, por propio convencimiento o por no fastidiar, es lo de menos. Nada se mueve, una detrás de otra, la misma boda, los mismos novios. Debe ser lo correcto.
jueves, 5 de junio de 2008
Wallada

Por Alá, que merezco cualquier grandeza
y sigo con orgullo mi camino.
Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera.
lunes, 2 de junio de 2008
Planes de fuga

Para hacer más amena la fuga, lo mejor es tararear la marcha de La gran evasión
(John Sturges, 1963) de Elmer Bernstein.