Era profesor universitario. Daba clases de una asignatura con un nombre larguísimo que todos acortaban llamándola "Teoría". Era un profesor brillante, del que nadie tenía queja. Sus alumnos no pasaban por sus clases como zombis sino que aprendían los rudimentos de dicha teoría, pensando por sí mismos. Entre sus compañeros también era muy apreciado. Incluso había labrado amistad con algunos otros profesores. Un día, a la salida de una clase, le esperaba uno de estos amigos. ¿Te tomas un café conmigo? Por supuesto. Y ante ese café le fue exponiendo su situación personal: pequeños líos de faldas que ahora se volvían difíciles y que amenazaban con tambalear una vida estable. El profesor escuchaba muy atento, sopesaba las posibilidades y como si fuera un oráculo, le daba un consejo sencillo, equilibrado, sabio. Como una pequeña instrucción que aliviaba al angustiado amigo. Eres estupendo, siempre sabes que es lo mejor que se puede hacer. Era verdad, todos estaban de acuerdo en eso. Era una persona que escuchaba atentamente, comprendía y daba excelentes consejos.
Pero todas las tardes, cuando regresaba en coche a su casa, los ecos de esta responsabilidad le pesaban. Eran sólo instrucciones teóricas que nunca había puesto en práctica. Siempre dejaba a otros que lo hicieran. Estos consejos que le habían hecho ganar el respeto de sus compañeros y amigos nunca le fueron de gran utilidad, ni en su divorcio, ni al educar a sus hijos, ni con sus padres. Sistemáticamente era incapaz de aplicar sus buenas ideas. Sabía que nada de lo que aconsejaba podía servirle a él mismo. Sólo tenía buenas intenciones que luego no se materializaban en nada. Por eso, cada noche se enfrentaba sólo a la televisión, sentado en un sofá, con un cuenco de sopa de sobre. Por eso, sus fines de semanas se acompañaban de periódico y soledad. Por eso apenas conocía a nadie fuera de los límites del campus.
30 comentarios:
que bueno!!!
es verdad, siempre tenemos palabras y consejos para otros, pero cuando se trata de los nuestros propios no sabemos como encauzarlos, ni nuestras propias palabras sirven,...
Detras de cada persona hay una historia, que a veces nada tiene que ver con lo que los demas ven ..
muy bueno, como siempre,
un besazo mi niño
Si ya se ha dicho que una cosa es predicar y otra dar cebada.
Me ha gustado mucho el relato. Es lo que pasa, damos ánimos o consejos a personas que después nosotros no somos capaces de llevar a cabo. Este buen hombre necesitaba el empujón de unas palabras ajenas.
besos
Recién te descubro y con este relato me has encantado...
Yo creo que la soledad no es mala, solo hay que saber sobrellevarla, saber que en realidad si estamos verdaderamente solos está en nuestra mano no estarlo...
Me reitero, me ha encantado este pequeño relato...
besitos!!!
"Del dicho al hecho, hay un trecho"
Y parece que ese trecho para el profesor universitario, era insalvable...
Mi madre siempre decía un refrán: "Consejos vendo y para mí no tengo"
Muy buen relato Capri!
Besos:)
Es una magnífica historia. Lo más difícil del mundo es saberse ayudar a uno mismo.
Yo, a veces, no sé ni qué decirle a los otros.
Besos prácticos.
Qué buena disección del ser humano. Y qué puñeteramente bien escrita, Capri.
Excelente relato. Este profe debería abrir un blog... Besotes, M.
Creo que esto lo hacemos todos, no? Lo de escuchar y arreglar la vida de los otros y no hacer nada en la nuestra, jeje. Magnífico post! Besos
Es tan fácil aconsejar a los demas..., con uno mismo las cosas casi siempre se complican un poco.
Besos.
¡Cuantas sopas de sobre (o fideos chinos deshidratados de esos a los que se les echa agüita caliente, que para el caso es lo mismo) habré tomado por las noches intentando arreglar la vida de los demás, sin hacer el menor caso de la mía!
Ayer leí tu relato y me quedé un buen rato pensando en lo que describes (tan bien) y no es hasta hoy que te comento. Me produjo una sensación extraña y cercana a la vez. Extraña, por el miedo a reconocerme en lo que nos cuentas; cercana, por reconocerme en el hombre teórico más de lo que pensaba. No sé si me explico...
Y después, me digo: ¿quién soy yo para dar consejos a nadie, aunque sean con toda la buena voluntad, si mi vida es a veces un auténtico desastre?
De todas maneras, ese profesor teórico del que nos hablas, me parece una persona entrañable. Habrá que poner en práctica algo, ¿no?
Un abrazo
Creo que todos nos parecemos en algo al "hombre téórico": es una descripción certera de la dificultad que tiene el ser humano de aplicarse sus propias ideas. Sin embargo, no sé si su solitario destino sea algo que necesariamente se impuso, sino el desenlace natural de una vida que no tiene tanto "control" sobre los sucesos en ella como suponemos.
Capri, no te conozco pero me caes bien; se proyecta cierta belleza en lo que escribes. :)
Resulta bonito y duro de leer a la vez, sobre todo porque creo que es aplicable (el concepto de dar consejos y no seguirlos) a casi todos nosotros. Muy bueno, Capri.
Qué pena...
Y pasa mucho...
Besos, Capri
No me gusta dar consejos, soy más de escuchar. Escucho muy bien. Saber escuchar es igual de importante, para luego poder responder bien. Aunque hay cosas que no me gusta oir, pero no protesto
¿Me podrías dar un consejo? Cualquiera, te lo inventas.
Muchos besos
Gracias por este relato ante todo realista ya que es fácil identificarnos con ese profesor o ver en él a algún amigo conocido.
Yo suelo decir que en el teatro de la vida hay dos tipos de personas: los actores y los espectadores. Los primeros son muchos más pero casi siempre esconden su deseo de subir al escenario y actuar pero sólo unos pocos, los segundos, se atreven a tal osadía. Eso sí, una vez que permaneces en el escenario mientras se sube el telón ya apenas si recuerdas tu pasado en el patio de butacas.
Perfecto post!, cuantas veces uno se queta tan ancho dando soluciones a los demas pero no sabe responder a las suyas própias, es totalmente cierta esa enorme diferencia entre la teoría y la práctica, de todas formas un consejo dado con cariño tampoco es malo eh!!
...y es que quien tuviera las respuestas de los examenes de la vida!
En cierta manera me recuerda a esos artistas que realizan obras cargadas de sensibilidad y luego son unos maleducados en las ruedas de prensa o cuando bajan a por el pan. No es lo mismo que lo que tú planteas pero es también otra incapacidad llamativa.
Besos.
*Nomolamos: Exacto, es eso justo lo que quería contar. Nadie conoce a nadie en su interior más que uno mismo, por lo que los consejos suelen ser estériles, salvo que sirvan para soltar tus propias angustias... Un beso.
*Pe-jota, nunca lo había escuchado, pero es así...
*Lúcida, ¿tú crees que si alguien le diera consejo al hombre teórico los aceptaría? No estoy del todo seguro.
*Ayshane, bienvenida a Capri. La soledad es un tema interesante, porque está la impuesta, que es penosa y la buscada, que es muy gratificante. Espero que vuelvas cuando quieras. Un beso.
*Sibyla, consejos vendo... podría ser el lema de este relatillo. No siempre tener la clave de un asunto sirve para conducirse como debe ser. Besos.
*Pedro, sí, es difícil y es curioso, porque somos los únicos que podemos controlar nuestro rumbo, a veces con mejor y otras con peor suerte. Pero no podemos interponer a nadie para que nos guíe. Un saludo.
*Lula, a mí me pasa igual, demasiado tengo conmigo mismo como para dar consejos a otros... Besos.
*Pon, gracias. Esos son los buenos ojos con los que me miras.
*Merche, debería, pero seguramente no le serviría de mucho a él mismo... Besos.
*Emily, desde luego es lo que hacemos la mayoría, porque es fácil aconsejar sin mojarse que implicarse verdaderamente. Besos.
*Ainhoa, se complican porque dudamos de nuestra propia capacidad. Conocemos tan bien nuestras limitaciones que sabemos que nos va bien o mal, pero no siempre nos hacemos caso. Saludos.
*Strawberry, yo también me siento muy identificado con el hombre teórico. Muchas veces en mi vida he sido más teórico que práctico, por miedo a equivocarme. Eso es lo bueno de la teoría, que si te equivocas, no hay malas consecuencias. Y por otro lado, no soy amante de los consejos, pero a menudo los he dado, porque considero que a veces necesitamos que alguien nos diga como son las cosas para darnos verdadera cuenta de lo que pasa. Podemos llegar a ser muy ciegos con nuestra realidad. El hombre teórico es entrañable porque somos tú y yo, y muchos más... Saludos.
*Anónimo, estoy de acuerdo en que a veces la vida nos lleva por unos caminos de los que no somos responsables y que desconocemos por completo. Ante esto, es difícil saber lo que hacer, pero al menos debemos poder intentar orientarnos para hallar una salida o al menos un claro del bosque. Creo que todo en un momento dado hemos sido teóricos, lo importante es que esta teoría no domine la vida. Yo tampoco te conozco, pero muchas gracias por el elogio. Saludos.
*Caufield, el pan nuestro de cada día de los comportamientos humanos, no hacer caso a lo que se debería hacer... es tan habitual, que asusta. Saludos.
*Cristina, mucho, mucho, más de lo que debería ser. Besos.
*Anónimo, prefiero no dar consejos, yo también soy de los que prefieren oirlos, aunque a veces duela. Conserva tu capacidad de escuchar, es un raro don que tienen muy pocos. Saludos.
*Juan Miguel, todos somos espectadores y actores del teatro del mundo, a veces una cosa y a veces otra e incluso hay quien se limita a ser actor o espectador y no quiere cambiar. Sin embargo, hay personas que voluntariamente o por desgracia, salen del teatro y no ven la función, los excluidos... gracias por tu reflexión. Saludos.
*Atikus, estoy de acuerdo. No hay que demonizar los consejos, porque la mayor parte de ellos están dados con cariño y buenas intenciones. Luego su utilidad puede ser relativa... Lo malo de todo es centrar tu vida en arreglar el mundo cuando tienes tantas reformas por hacer en tu propio interior. Un saludo.
*Princesa, es un buen ejemplo, y se parece mucho a esta situación. No hay una sepación radical entre vida interior y exterior pero a veces las diferencias son tantas y tan llamativas que es como si dos personas convivieran en un mismo cuerpo. Muchos besos.
Por lo menos él servía para escuchar a los otros, hay gente que ni eso.
Besos salvajes.
¿No es eso lo que le pasa a muchos psicólogos? Mucha gente estudia esa carrera para intentar comprenderse a sí misma, y quizá son capaces de ayudar a los demás, sin llegar a ser capaces de corregir las tendencias que de ellos no les gustan.
Hay un ejemplo emocionante en la literatura de lo que expones: el San Manuel Bueno Mártir de Unamuno, el cura que no creía en Dios aunque lo predicaba con pasión..
Un abrazo
*Pantera, hay gente que no sirve para nada, es un hecho objetivo. Por eso el hombre teórico se salva al fin y al cabo. Besos teóricos.
*Justo, qué bien traída la mención a San Manuel Bueno mártir... es exactamente eso. En cuanto a los psicólogos, creo que es una profesión muy complicada, porque no es nada fácil cambiar las tendencias de la gente. Incluso a veces creo que es imposible y que la cabra siempre termina tirando al monte... Un saludo.
Hola Capri. Efectivamente, una cosa es la teoría y otra el volver a tu casa solo. Yo me he acordado de la película El apartamenteo, cuando Jack Lemmon se metía en el microondas una ración de comida congelada y se la ventilaba frente a le tele (que le terminaba aburriendo). Un hombre socialmente adorable, se llevaba bien con todos), pero su vida era una cosa anodina...
*El Deme, sí, es algo más habitual de lo que pudiera parecer a simple vista. Y existe muchas razones para ser teórico y no práctico... la propia cobardía a vivir es de las principales. Un saludo.
Muy buena historia. Los consejos no ayudan a pagar.
Si no resultan los consejos, nadie se hace responsable.
Saludos
*Ulysses, porque en cierta medida la responsabilidad de los consejos no es del que los da, sino del que los recibe, que es el que los pondrá en ejecución. Dando consejos nunca fallaremos, haciendo caso a estos, sí. Un saludo.
Muy Bueno,
Saludos
*Gracias Lanzarote, bienvenido a Capri!!!
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