miércoles, 14 de enero de 2009

Ocnos

Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien). Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre ha vivido una vez libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?


Mi infancia vivía en el bocadillo de Nocilla de la merienda frente al televisor que rebosaba por los lados, en la Biblia para niños con ilustraciones en blanco y negro que yo me empeñé en colorear una a una. En el gesto amable y satisfecho de mi abuelo cuando rascaba su monedero y a escondidas me ponía en la palma de la mano algunas monedas para comprar chucherías. Mi infancia fue el autobús escolar lleno de ruidos, mirando como las gotas de lluvia rodaban por el cristal. Dormía en las camitas pareadas de mi cuarto, disfrutaba de las carreras por el pasillo y de los saltos sobre la cama de mis padres. Se subía a los columpios del parque con un vinagrillo en la boca que mordía con gusto. Mi infancia fue la playa y fue el sol y el picor del salitre en la cara. Mi infancia fue el jazmín del patio de casa de mi abuela. Y nunca me he podido despegar de aquel olor, por más años que pase y por más jazmines que huela. Porque la infancia es el reino de las primeras veces, de la nieve virgen, de las noches calurosas del verano donde no se oye ni un murmullo, donde todo es claro, todo es fácil y el mundo se muestra delante de tus pequeños ojos para que lo vivas sin más remedio.

Ocnos (1942) son los recuerdos de infancia de Luis Cernuda, evocaciones de su Sevilla natal en prosa. Ocnos es muy nostálgico, muy onírico, como lo son casi siempre los recuerdos de esa edad. Como fotos viejas plastificadas a un álbum, son imágenes que no se mueven y nos acompañan toda la vida. Casi como la maldición mitológica de Ocnos, aquel personaje que fue castigado por los dioses a trenzar de por vida una soga que iba siendo comida en su otro extremo por una burra. Trabajo infatigable el querer despegarnos de nuestra infancia, porque ella siempre estará ahí, guardada en lo profundo de nuestro craneo, fijada en nuestro inconsciente. Es nuestra patria, dijeron algunos y forma parte de nuestro ser actual. Cernuda se encarga de poblarla, con un lenguaje lírico y rico, de magnolios dulzones, bibliotecas, albercas en verano y casas encaladas. Y sin haber nacido en Sevilla, ni en la misma época, cualquiera puede reconocer esa etapa de la vida, fresca, inocente, feliz.

26 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Sí, la infancia es para muchos (lástima que no lo sea para otros muchos) la etapa más feliz de la vida cuyos recuerdos quedan grabados para siempre. Precioso post. Muchos besotes, M.

Juan Duque Oliva dijo...

Ocnos es de una belleza infinita, me ha encantado como lo has contado.

Ainhoa dijo...

¿Hay algo más evocador que un bocadillo de Nocilla?
Me apunto "Ocnos" en mi lista de lecturas pendientes.
Besos.

Vivo con Hades a tiempo parcial dijo...

"Ese es un tesoro que nadie podrá arrebatarnos" (Manolo García).

Menos temerosos. Me apunto a todo. suscribo. Quiero dormir y despertar en mi camita pareada, con el bocata de nocilla y que mi abuela me limpie los mocos con el mandil antes de ir a río.

"Recuerde el alma dormida
avive el seso e despierte contemplando
como se pasa la vida
como se viene la muerte
tan callando...

Cuan presto se va el placer
como después de acabado
da dolor
como a nuestro parecer
cualquier tiempo pasado, fue mejor"
(Manrique)

Anónimo dijo...

... a la infancia, sea más o menos feliz, siempre la recordamos con añoranza (será que existe este vocábulo en castellano? O seré yo que yá me voy equivocando entre las tres lenguas que forman parte de mi vida?)....

que "saudades", como se dice en portugués....de esos tiempos, en que uno no se hacía mala sangre....

me lo tengo que buscar a ese libro, me encantó la descripción que hace de esos tiempos ....

Saludos

Anónimo dijo...

Todas las infancias tienen algo capaz de evocar esa etapa de cada uno.

Besos

dvd dijo...

Una lectura que no debe faltar en las mesillas de noche de las "Nebreras" varias... ¿He dicho alguna vez que vivo en una plaza que lleva el nombre de este enorme escritor?... Pues, hala, ya lo he dicho...

CRISTINA dijo...

La infancia es la única etapa de la vida realmente feliz, totalmente feliz. Por eso cuando a alguién le hacen sufrir de niño el daño es tan grave, tan irreparable.

Y Cernuda...ufff...qué grande!!! "Vine por esos besos solamente..."

Capri c'est fini dijo...

*Merche, ya, es el único pero que le pondría a esta tesis del post, hay personas cuya infancia es un absoluto infierno y que están deseando olvidarla llegando a la madurez. Pero aún así cuesta horrores (si no psiconálisis) deshacerse de la huella de la infancia. Para los que fuimos felices en esa época, siempre es un gusto recordarla. Un beso.

*Luz, pues sí, es un libro muy bonito, muy sugerente y evocador, que demuestra que un poeta incluso cuando escribe en prosa sigue siendo un poeta. Un saludo.

*Ainhoa, pues como verás estaba lo primero de la lista de recuerdos infantiles. Incluso creo que no he comido mucha Nocilla ya de mayor, no sé muy bien por qué, jejeje. Si te lo lees, ya me dirás que te pareció. Un beso.

*Vivo con Hades, bienvenido a Capri!!! Antes las palabras de gran Manrique, que decir, somos ríos y todas esas cosas. Si es que ya desde la Edad Media nos preocupaban las mismas cosas. Un saludo.

*Leo, añoranza sí existe en castellano, no te has liado nada de nada. Es como la saudade portuguesa pero con menos lírismo, jejeje, porque saudade suena mucho mejor que añoranza. Veo que dominas perfectamente el idioma, así que nada, a leer a Cernuda, que merece mucho la pena. Un saludo.

*Lúcida, es justo eso lo que sentía cuando leía el libro, que aunque no tenga nada que ver con mi infancia, los recuerdos de Cernuda me han llevado a pensar en mi propia vida... eso es lo bueno de la buena literatura. Un beso.

*DVD, pues sí, porque el acento de Cernuda sería también de chiste. Bonito nombre para una plaza, ¿es en Sevilla? Pues ni idea de donde está... yo que quería darte una sorpresa presentándome allí, jejeje Un saludo.

Capri c'est fini dijo...

*Cristina, pues sí, debe ser el único momento de la vida de ausencia de responsabilidades y felicidad completa... ¿o es así como lo recordamos? Uno nunca sabe, porque los niños también tienen problemas, a su pequeña escala pero problemas igualmente. Qué triste es cuando un niño no puede disfrutar de ese momento de libertad único. Cernuda, qué decir. Un beso.

Vivian dijo...

He de reconocer en mi debe a los escritores españoles, tengo querencia por alemanes y anglosajones por partes iguales, y los que escriben o escribieron en nuestra lengua los tengo bastante abandonados. Con tu texto conseguiste despertar mi curiosidad, a ver si empiezo a saldar esa deuda.

Mis recuerdos de infancia son felices, y siempre que vuelvo a ellos dibujan una sonrisa en mi cara… Y ya puestos, aprovecho para reivindicar la mortadela con aceitunas, fuerte competidora en mi infancia de la nocilla ;)

Un beso

Caronte dijo...

Cernuda, siempre maravilloso...y "Ocnos", el libro que mejor habla de Sevilla sin nombrarla ni una sola vez y sin caer en topicazos.

1 abrazo.

Javier dijo...

¡Ah, tiempo, tiempo cruel, que para tentarnos con la fresca rosa de hoy destruiste la dulce rosa de ayer!

Luis Cernuda.

panterablanca dijo...

La infancia es el paraíso perdido. Bueno, para algunos más que para otros, pero en general suele ser bastante paradisíaca porque no somos conscientes de los problemas que han de venirnos después. Yo recuerdo los cuentos que me compraba mi madrina cada vez que la acompañaba a la capital, las canciones que me cantaba mi madre, el hombro para reposar la cabeza que me ofrecía mi padre para ver la televisión juntos, mientras hacia trencitas con los pelos de sus fuertes brazos, los juegos entre campos de frutales con mis amigas, jugando a piratas o a Tarzán, la perra callejera que adoptamos junto a un amigo de mi calle, a la que siempre dábamos comida al salir de la escuela, y tantas y tantas cosas imposibles de olvidar...
Besos felinos.

Anónimo dijo...

¿Recuerdos de la infancia? Recuerdo cuando mi tia me llevaba a Sevilla a comprar en el Corte Inglés (aqui no había antes), recuerdo las tardes en el club comiendo vinagrillos (ahora están los campos llenos!!!), recuerdo merendar pan con chocolate (y ahora no puedo comerlo), recuerdo como nos peleábamos por las mañanas por ver los dibujitos y como planeábamos jorobar a mi hermana (incluso de mayor hacemos esos planes).
Recuerdo tantas cosas buenas que no tengo sitio para ponerlas aqui. Muchos besos

El Deme dijo...

Somos que lo tocamos, lo que olímos,lo que cantamos, lo que soñamos de pequeños.

El Deme dijo...

El laúd y la púa que hacían sonar Adelita, pan frito en aceite, "...chiripitifláutica es la sonrisa de papá...", Pippi Calzaslargas, Gloria Fuertes, Marco (de los Apeninos a los Andes), el bocadillo de tocino con miel, ..."los sueños de siempre se harán realidad en un mundo nuevo de amor y de paz...", la calabaza Ruperta, Uri Geller doblando cucharillas, La casa de la pradera, el glauco vapor de los árboles machadianos...

pon dijo...

En el fondo la infancia es la patria, el lugar de donde uno es, adonde pertenece. Y donde volver cuando los tiempos se nublan. Uno siempre es el niño que fue, o que en realidad nunca se fue. Todos lo llevamos dentro, unas veces como una carga, otras como un tesoro.

Bocatas de nocilla de mi madre, cuscurros de pan con aceite de oliva y sal de mi tía Lucía, los de chorizo de Pamplona de mi tía Carmen, los boquerones fritos de mi tía Catalina....

M.Eugenia dijo...

Deberíamos de tener mas presente nuestra infancia... a menudo se nos olvida.
Saludos

Capri c'est fini dijo...

*Vivian, pues hay mucho y muy bueno tanto en literatura española como en español, así que dadle un oportunidad, que no hay nada que envidiar a literaturas en otros idiomas. Me alegro que recuerdes tu infancia con esa actitud, porque es justo lo que hay que hacer. Y por supuesto, la mortadela con aceitunas es ya MÍTICA. Un beso.

*Caronte, es una magnífica descripción de Sevilla, pero va mucho más allá, es como algo que ya no existe. Y se agradece que no recurra a los socorridos tópicos, sobre todo tratándose del lugar que es y de la infancia. Un saludo.

*Pe-jota, justo cuando escribí este post me di cuenta que tú también hacia mención a Cernuda en tu blog. Una cosa te digo: deja la TELEPATÍA ya... un saludo.

*Pantera, menos mal que no sabemos en aquel momento lo que se viene encima porque si no es que algunos no llegan a edad adulta (y con razón). Gracias por compartir tus recuerdos con nosotros. Y me ha encantado lo de que jugaras a Tarzán, si es que la selva siempre te ha tirado mucho. Un beso.

*Querida anónima, eso es lo bueno, que no tengas sitio para guardar buenos recuerdos de la infancia, porque así deberían ser todas las infancias aunque desgraciadamente no lo sean. Te mando muchos besos desde Madrid, qué lucha...

*Deme, es que no somos lo que fuimos sino que seguimos siendo lo que olemos, sentimos, tocamos, escuchamos, disfrutamos. Veo que tú lo pasaste muy bien en esos años... pues nada, que dure. Un saludo.

*Pon, yo también soy de la opinión de que seguimos siendo niños en el fondo por muy de adultos que queramos vestirnos. El problema es cuando esa infancia es una carga y nos persigue hasta la muerte. Aunque por lo que veo no es tu caso porque son muy buenos recuerdos... Un beso (He vuelto a Madrid a la búsqueda...)

*M. Eugenia, deberiamos tener que recordar más la infancia, aunque sólo cuando es un recuerdo feliz, porque si no es una losa que es muy difícil de sobrellevar. Un beso.

Eduardo dijo...

Perfecta descripción infantil, con la que me identifico, exceptuando la nocilla, que casi nunca me compraban. Ocnos, a pesar de no ser lo que más me llama de Cernuda es un libro cálido, a pesar de todo...

desconvencida dijo...

Sin duda me gustará Ocnos, me gustan todos los libros que evocan la infancia, como tú dices, universal, quizás porque la mía (puedo decirlo) fue tan feliz...

Capri c'est fini dijo...

*Eduardo, eso es lo bueno que tiene la infancia que, haya o no hay Nocilla, siempre se ve perfecta a los ojos del adulto. Y en cuanto a Ocnos, es muy cálido, como dices, pero también muy onírico, mucho más lo que se recuerda que lo que fue. Un saludo.

*Desconvencida, yo también puedo decir lo mismo (o al menos es la sensación que me dejó). Ocnos se lee estupendamente porque son como pequeños poemas cada capítulo. El lenguaje se nota escrito por un poeta y no por un narrador. Espero que te guste, si lo lees. Un beso.

Anónimo dijo...

Descubrí hace muy poco tiempo la obra de la que hablas en una edición impresa seguida de "Variaciones sobre tema mexicano" pero la devoré gustoso en muy poco tiempo. Por otra parte en relación a nuestros recuerdos infantiles no me resisto a compartir contigo una de mis primeras canciones y películas favoritas (http://lamusicadelanoche.blogspot.com/2008/12/over-rainbow.html), un saludo.

Capri c'est fini dijo...

*Juan Miguel, somewhere over the rainbow... es una película y una canción que también me remite a mi infancia, debe ser que la he visto pocas veces siendo adulto. Me pasa lo mismo con los hermanos Marx, no sé muy bien por qué... Saludos.

Davis L. Bigelow dijo...

My Spanish is very poor, so my comment is in English. I very much enjoyed this picture. To me, it captures the innocence of childhood. The background lends a magical quality to the image that is further strengthenned by the simpicity of black and white. It is a masterpiece! Nice work!