Y ahora, yo, la sola, la deseante en ti
esa mujer que mira en tu ventana y tu paisaje
vuelve hasta hacerle sombra
El último tren (Dolors Alberola, 2003)
Me acomodo en el sillón sin más distracción que mirar por la ventana. El tren reanuda su marcha, pesada e infinita. Veo pasar montañas, una detrás de otra, en fila, tapizadas de verde. Rápidas, fugaces, como en una película, las imágenes de la ventana me hipnotizan. Árboles en sucesión, altos, bajos, arbustos, la tierra pelada, todos acompañan al tren sólo un segundo, se marchan rápido. Veloces fotografías de una vaca solitaria, de un hombre en bicicleta, de la carretera que corre paralela a la vía. La vida pasa sin detenerse como en la ventana del tren. Las nubes desaparecen por el marco de la ventana, como si no hubieran nunca estado encuadradas. El viento arremolina la hierba, que celebra danzando el paso del tren. Cierro los ojos un segundo y los vuelvo a abrir y una nueva vista aparece, precipitada y volátil. No se puede parar. Dura un instante y se desvanece. El mundo viaja tan rápido como el paisaje desde el tren mientras yo espero sentado una nueva sorpresa. De repente, el altavoz lo indica y éste frena su monótono traqueteo. La incesante retahíla de imágenes se convierte en una foto fija. No es el campo el que se mueve, ni la hierba, ni las piedras, yo soy quien se mueve, deprisa, a trompicones, sentado en un tren, en la barra de un bar o en el salón de mi casa. Constantemente en movimiento, sin posibilidad de respiro, tan acelerado a veces que mi propia inercia me hace creer que todo gira al compás que le marco. Pero no es así, como en la ventana del tren, es una pura ilusión. Los surcos, los ríos, la noche o el sol permanecen quietos, tanto, que la velocidad me impide apreciarlo.
19 comentarios:
Los trenes son espacios fantásticos para la reflexión. Aprendemos tanto viendo la vida pasar (peor no la de afuera, sino la nuestra).
Cambia la "etiqueta".
Con un post como éste, lo de "malos tiempos para la lírica", no vale.
Muy bonito lo que has escrito.
Saludos.
El tren sigue siendo la mejor manera para viajar, es una forma de descubrir paisajes y paisanajes, discurren delante de la ventana como si de una película se tratase, llenando de nuevas esperiencias.
Hay algo para ti en mi blog !!
Viajar en tren es algo, que megusta mucho, el mundo se ve de otra manera
Saludos
Me ha gustado mucho mucho. Besos.
(leí hace tiempo El hombre sentimental de Javier Marías, novela de trenes que está muy bien)
Ay, trenes...
No me preguntes por qué, pero añoro los trenes que nunca viví: los de vapor. Todavía cuando estoy en una estación me imagino esos cacharros renqueantes y ruidosos soltando bufidos y humaredas...
es curioso, todo lo que nos evoca las imágenes por la ventanilla del tren... creo que no pasa en ningún otro medio de tranporte...
*Rata perezosa, en este tiempo tan complicado para reflexionar los trenes proporcionan un espacio donde aún podemos hacerlo. Besos.
*Gracias Cristina, eres muy amable, a pesar de todo la vida moderna sigue siendo un mal tiempo para la lírica. Besos.
*Pe-jota, sí, las ventanas del tren son como pequeñas pantallas donde se nos pone el mundo por delante. Voy a tu blog a ver, pero gracias por adelantado (seguro que es algo bueno). Un abrazo.
*Ulysses, siéntate y disfruta del viaje. Bienvenido al blog!!!
*Gracias Princesa y que leyendo algo mío recuerdes a Marías es un verdadero halago. Un beso.
*Gata, sí, trenes, es algo sentimental la visión evocadora de los trenes, pero es que a mí me gusta mucho también. Supongo que los de vapor sería muy incómodos, así que dejémoslos en la memoria. Besos.
*Lúcida, es tren es un medio de transporte muy especial, a mí me gusta mucho más que otros. Saludos.
Siempre he tenido ganas de hacerme un viaje en el Transiberiano. ¿Y qué decir del Orient-Express? Pena que ya no exista.
Las prisas lo chafan todo.
Un abrazo:
X
*Son trenes míticos, Madame, desde luego. No es el medio de transporte más rápido pero aún tiene encanto. Las prisas no sólo chafan todo sino que impiden disfrutar del viaje. Un beso.
Capri, contigo la lírica aparece en cualquier momento, en esta ocasión has escogido al tren como excusa...
Ahora, yo sola, viajo a la velocidad donde me trasladan tus palabras.
Sólo ha faltado la canción de Golpes Bajos: "Malos tiempos para la lírica"
Me ha encantado, como todo lo que escribes!
Un abrazo:)
Es como una droga o una espiral que te hipnotiza. Hace años viajé en el transiberiano, llegué a estar tres días sin bajar del tren. Era como un pequeño universo con un paisaje pelado que viajaba a toda prisa mientras yo me quedaba horas y horas sin moverme.
Me gustas, Capri. Me gustas mucho.
(Por cierto, el camino de lagartijas existe. Está en Capri, camino de la mansión de Tiberio...pero no voy a contarte más ;)
*Sibyla, muchas gracias y más viniendo de ti, que eres una veterana de esto de los blogs. Viaja todo lo que quieras conmigo, nunca viajo solo. Besos.
*Lula, lo has dicho estupendamente, esa es la sensación que quería transmitir, como en el Transiberiano. Gracias, a mí también me gustas tú. Ese camino de Capri está muy vivo en tu memoria, afortunadas las lagartijas. Un besazo.
Capri no se ha terminado.
A menos que haya sido entre agosto del año pasado y hoy.
Porque en agosto del eño pasado yo estuve allí.
Jejeje!
*Andy, Capri ha terminado, ya no existe, se acabó, sólo está en tu imaginación y ya no volverá, sólo sus recuerdos. Gracias por la visita. Un saludo.
Adoro viajar en tren, observar pasajeros anonimos y adivinar su destino. Me gusta escuchar música mientras el traqueteo suena de fondo como los golpes de un tambor amortiguado. El otro día, en un tren de recorrido corto escuchaba a Betty Lavette, prueba y dime que te parece..
*Probaré con Patty, Eva, yo también soy defensor del tren y también me dedico a observar e imaginar las vidas de mis compañeros de viaje. Un saludo.
Adoro los trenes, dediqué hace tiempo dos post sobre trenes y cine:
http://desconvencida.blogspot.com/2007/01/trenes-1.html
http://desconvencida.blogspot.com/2007/01/trenes-2.html
*Voy raudo a leer tus post sobre trenes, Descon.
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