
miércoles, 31 de diciembre de 2008
El (re)cuento del año

viernes, 26 de diciembre de 2008
Día de Navidad
Se levantó el día de Navidad con ganas de no hacer nada. Con pasos pesados, se dirigió al salón para ver los restos que quedaron de la fiesta de anoche. El salón, como un campo de batalla, lucía un aspecto poco agradable, papeles en el suelo, copas a medio tomar aquí y allí y ceniceros llenos en cada rincón. La mesa, a la que se había retirado los platos tras la cena, seguía vistiendo su mantel lleno de migas con las servilletas hechas bolas encima. El árbol de Navidad apagado parecía desangelado con la luz de la mañana que entraba por las rendijas de la ventana. Subió de un tirón la persiana y esa misma luz cegó sus ojos medio cerrados por la resaca. Se dejó caer en el sofá y maldijo las navidades. Se dijo, gruñendo, que era la último vez que celebraba algo por Navidad. Aunque en el fondo sabía que esto no era cierto. El año próximo se volvería a liar con una fiesta similar. Pondría el árbol de nuevo y cocinaría y recibiría en su casa a aquellos a los que quería, como todos los años. Era imposible abstraerse a la Navidad. Se levantó con esfuerzo y fue recogiendo las copas que encontraba en su camino. Se sentó en la mesa de la cocina. El olor del café que se había calentado y el runrún del lavavajillas lo dejaron en trance. De repente, la alarma del móvil sonó. Abrió el SMS y leyó: FELIZ NAVIDAD. Ni siquiera se molestó en leer el remitente. Sonrió. Había merecido la pena.
Muchas felicidades a todos.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
En continuo movimiento

miércoles, 17 de diciembre de 2008
Tragicomedia de los amantes

- No sé como puedo soportar más tiempo esta situación. ¿Me merece la pena? No creo que haya sido para tanto eso que he dicho. Está exagerando, lo sé, pero cuál es el motivo para que se ponga así. Quizá ya no me soporte y explota en los momentos en que soy más vulnerable. Tal vez intente forzar la situación para que yo diga: hasta aquí llegamos. No lo sé. Lo más sensato sería que la tomara de las manos y nos sentemos ambos a hablar en serio e intenta llegar al fondo del asunto de esta discusión. Debería pedirle perdón si se ha sentido tan ofendida y dejarme de falsos orgullos. Tendrá sus motivos, aunque me gustaría conocerlos para que ese perdón fuera sincero. Eso haré... necesitamos hablar.
- ¿Cómo se puede quedar tan fresco después de lo que me ha dicho? Bueno, sólo lo ha insinuado esta vez pero yo sé que es lo que quería transmitir, porque ya son muchas indirectas como esa. Lo esconde todo bajo esa capa de ironía pero no se atreve a echarme nada en cara, como si yo fuese un ogro. Demasiado le estoy aguantando. Cuando hablemos querrá hacerme creer que no pasa nada, pero si no lo reconoce, me vuelvo loca. A lo mejor estoy siendo demasiado estricta. Muchas veces descargo toda mi frustración injustamente en él y sé que no se lo merece. Puede que ésta sea una de esas veces. Lo mejor sería sentarnos y hablar tranquilamente. Así es como solucionan los problemas los adultos.
Casi al mismo momento, ella y él decidieron derribar el frío muro que habían construido en su pequeño piso del extrarradio. Se encontraron cara a cara en el pasillo y, sin palabras, se fundieron en un emocionado beso. No fue necesario nada más. La paz estaba sellada.
Imagen: Estatuas al trasluz del palacio de Buckingham (Londres).
martes, 9 de diciembre de 2008
Los antros más bonitos del mundo



Misteriosamente My blueberry nights (Wong Kar-wai, 2007) se estrena el día 12 de diciembre de 2008 en España. Digo misteriosamente, porque esta película abrió el Festival de Cannes en mayo de 2007 y ya se ha estrenado comercialmente en todo el mundo antes que aquí. Por eso, yo, y estoy seguro que el resto de seguidores de Wong Kar-wai, ya hemos visto esta película, antes de que llegue a los cines españoles. No sé cual es la razón de este retraso, pero le viene mal a una cinta que poco merece que la traten mal. He leído críticas durísimas: que es más de lo mismo del director chino, pero a mí que me den más de lo mismo si es como esto. Imágenes preciosas, banda sonora muy adecuada e historias adornadas tan bien como suele hacerlo Kar-wai. Un exquisito y lustroso trozo de tarta de arándanos esperando a ser pedido bajo las luces del mostrador.
miércoles, 3 de diciembre de 2008
El presentador de informativos

domingo, 30 de noviembre de 2008
La lluvia

Llueve, todo el fin de semana ha llovido. Las gotas incansables tamborilean los cristales de mi casa como un murmullo lejano que me llama a mirar a través de las ventanas. El cielo pintado de gris, rugiente, con nubes negras que indican que no parará de llover de momento. En esta situación, nunca puedo resistirme a sacar una mano por la ventana y dejar que se empape de agua de lluvia. Un manía tonta, pero siempre lo hago. Dejarse seducir por la lluvia es un tópico muy visto, lo sé, pero siempre me ha atraído irremediablemente. Los colores cambian con ella, la luz se vuelve taciturna, la tierra se moja y cuando deja de llover la vida le resurge a borbotones. Agua, que igual que es destructora, me inspira, me hace pensar, aunque nunca queda fruto de esa inspiración porque el hechizo de la lluvia desaparece instantáneamente cuando deja de llover. Podría hacer una relación infinita de evocaciones de la lluvia: los prados verdes, las montañas azotadas, la playa mojada, pero no sería nada original. Hoy lleva todo el día, son las fechas. He resistido al magnetismo triste de la lluvia y me siento contento.
No sólo quiero decir que llueve, que entra dentro de lo normal, sino que desde que se hundió Capri en las aguas de Mediterráneo y acabó para mí, los cielos suelen ser grises al otro lado de mi ventana, aunque a veces surgen rayos fugaces de sol que calientan mi cuarto. He recibido un premio Corazón salvaje de mi querida Lula Fortune, acompañados de unas palabras preciosas dedicadas a mí. No puedo olvidar dejar constancia de este amable gesto y darle las gracias por su afecto y fidelidad a esta isla inhóspita. Por eso, luzco ese corazón orgulloso, junto al mío y le dedico esta canción lluviosa que siempre me hace sonreír en tardes como hoy.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Gloria a Gloria
Porque hay que estar, y ser junto a su cuerpo;

lunes, 24 de noviembre de 2008
Los juncos salvajes
Érase una vez cuatro chavales desorientados en un pueblo de Francia. Érase una Francia embarcada en una guerra injusta, como son todas las guerras, donde había franceses patriotas y no patriotas. Érase una comunista asustadiza, una militante que no podía ser consecuente con sus principios fielmente asimilados. Érase un chico enamorado sin quererlo de otro chico. Sólo es cobarde el que no se acepta, aunque sea frente a un espejo de madrugada. Érase un soldado desertor que murió y se convirtió en un héroe nacional. Érase un hermano que quería emular a este soldado, pero finalmente él sí que desertó de su loca intención. Érase unos exámenes de graduación, que los convertirían en adultos, para siempre, por el mero hecho de aprobarlos. Érase una edad sin piedad, unos años que pesaban como el fluir de un río en agosto. Érase unos juncos a la vera de ese río, juncos salvajes, que afrontaban vientos arqueando sus tallos. Pequeños pero dignos, flexibles y resistentes. Los juncos salvajes pueden no importar a nadie pero siempre sobreviven.
Los juncos salvajes (André Téchiné, 1994) es una película sobre la adolescencia y lo puñetera que esta edad es para los incautos muchachos. Porque sólo hay una manera posible para hacerse adulto: recibir palos; palos de la vida, de tus amigos, de tu país e incluso de ti mismo. Aprendemos a madurar a base de probar, comprobar, fallar y volver a intentarlo. Así se descubre el amor, los principios, el sexo, la fuerza y en general todo lo que merece la pena en la vida. Esta película trata un campo amplio de inquietudes juveniles centradas en un internado francés durante la sangrienta guerra de la independencia de Argelia. Más allá del tema, que a cada cual le puede recordar su propia biografía, Los juncos salvajes recrean muy fielmente una edad, que más allá de modas, es tristemente complicada. Además, la película se adorna con canciones pop francesas de los 60 y una ambientación muy sugerente.
No me resisto a poner aquí, para que podáis todos leerla, la fábula de La Fontaine, que en la película comentan en clase de literatura y de la que deriva el título.
El roble le dijo un día al junco:
Es normal que acuse a la Naturaleza
para usted un reyezuelo
es una carga pesada.
La menor brisa que arruga
la cara del agua
hace que la cabeza se le arquee.
Sin embargo mi tronco,
como el Cáucaso mismo,
no contento con detener los rayos del sol
es capaz de afrontar una tempestad.
Lo que para usted es un huracán,
para mí es una brisa.
Si creciera a la sombra del follaje
donde yo cubro a mis vecinos,
no tendría que sufrir,
le defendería de la tormenta,
pero nace en los húmedos bordes
del reino de los vientos.
La Naturaleza es injusta con usted.
Su compasión, respondió el junco,
nace de un buen sentimiento,
pero no se preocupe,
a mí los vientos no me abruman,
me inclino y no me rompo.
De momento, usted ha resistido
golpes tremendos
sin tener que doblar la espalda,
pero al final ya veremos.
Cuando dijo estas palabras,
del horizonte sopló con furia
el más terrible viento
que el Norte hubiera llevado
jamás hasta allí.
El roble se mantuvo erguido,
el junco se inclinó,
el viento redobló sus esfuerzos
y arrancó de raíz
aquél que del cielo
estaba mucho más cerca
y cuyos pies se hundían en la tierra.
Fábulas (Jean de La Fontaine, 1668)
sábado, 22 de noviembre de 2008
Los pros y los contras

- En ocasiones, no me entiendo bien con ella. Hay determinados temas que es mejor no tocar si no queremos comenzar a pelearnos.
- Tiene un gusto musical infame. Ir con ella en el coche es un suplicio para los oídos. Tampoco coincidimos ni en libros ni en el cine.
- A veces, la he pillado husmeando en mi móvil. Eso sólo es desconfianza, nunca podré estar con alguien que desconfía de mí tan abiertamente.
- No se lleva bien con mis amigos. Hace un esfuerzo, eso sí, pero procura que no coincidamos con ellos cada vez que puede.
- Siempre tiene una palabra, acompañada de un gesto de desaprobación, para la ropa que me pongo.
- Se preocupa tanto por mí, que algunas veces es como si mi madre hablara por su boca...
Estoy demasiado negativo, dejo los contras y me centro en lo pros:
LISTA DE PROS
- Me gusta.
Leí estas dos palabras escritas en el papel. Trazos sencillos que contenían mucho. De pronto, me dio un enorme sentimiento de culpabilidad, porque los contras estaban escritos desde mi más oscuro egoísmo. Ahí delante, este descompensado balance me observaba con cara de reproche. De repente, afloraron en mi cabeza, miles de argumentos que neutralizaban los contras. Yo, que siempre me había preciado de ser racional, mi racionalismo me había jugado una mala pasada, porque hay cosas que no se pueden analizar como si fueran datos contables. Me gusta, la quiero, eso es todo, es el principio y el fin de esta historia y el resto es accesorio. Los sentimientos no se explican, no se interpretan, se tienen o no se tienen... Puse la palma de la mano sobre el folio y lo arrugué haciendo una bola con mis pros y mis contras. Llevé la taza al fregadero, me guardé el lápiz y tire esa bola con el resto de desperdicios dentro del cubo de basura.
martes, 18 de noviembre de 2008
El perro de Pávlov


jueves, 13 de noviembre de 2008
Las esperas

sábado, 8 de noviembre de 2008
Un hombre entre dos trópicos

martes, 4 de noviembre de 2008
Barack & John

Las elecciones siempre son complejas; múltiples elecciones que todos tenemos que tomar a diario, sin saber cuáles serán sus consecuencias últimas. Elecciones con motivos o sin ellos, decisiones reflexionadas o surgidas improvisadamente. Todos andamos pendientes de ellas, bien sean para decidir algo tan colectivo como un presidente o algo tan modesto como lo que comerás hoy en el almuerzo. Nos exhortan diciendo que seamos consecuentes, responsables, que en nuestra decisión está el futuro, aunque pensemos que nuestra pequeña contribución poco aportará a que se cambien las cosas. Yes, we can, nos dicen, únicamente porque les hace falta nuestra papeleta, que una vez dada se guardará en el trastero con el resto de votos viejos. Siento sentirme escéptico, democráticamente escéptico, aunque comulgo cada cuatro años, por sentirme incluido dentro del mal menor. La democracia, una vez perdida la ilusión, se convierte en un sistema monótono y gris, por más que los contendientes nos intenten insuflar ánimos para que salgamos ese día del caparazón y demos nuestra confianza a alguno de ellos. En cualquier caso, decido decidir, aunque mi decisión se mezcle como una gota de agua en un océano, porque sé que una pequeña cabeza de alfiler poco tiene que pinchar en los grandes asuntos.
viernes, 31 de octubre de 2008
El vigilante de museo

domingo, 26 de octubre de 2008
El tiempo cambiado
Estoy en 5 minutos, aunque esto no signifique nada, porque esos 5 minutos pueden ser 5 y parecer 5 horas o 5 siglos. Tic tac, tic tac, insoportable sonido que no cesa. No hay nada que pare el tiempo, sea una hora ligera o pesadas gotas de tiempo que caen lentamente. Días, horas, minutos, segundos, décimas o milésimas de segundo, todo en una irrefrenable cadena que no tiene fin. Ni la vida detiene el tiempo, porque nuestro tiempo puede acabar pero la vida sigue para el resto. El paso del tiempo nos envejece, oxida nuestras células y las va matando progresivamente, interesante milagro biológico, que se ha repetido de generación en generación y lo seguirá haciendo. Pasado, que guardamos en una caja de plomo dentro de nuestra cabeza, presente instantáneo que cuando lo procesamos ya no es presente y futuro que no llega. No hay flashbacks como en el cine, ni hay botón de pause. Nada detiene esta línea que como un raíl de tren sigue su viaje implacable. No quiero ni hacer referencia al llamado tiempo interior, que es solamente una patraña propia de filósofos y poetas. El tiempo real lo marca el reloj, da igual si es el único con el que contamos o si tenemos todo el tiempo del mundo. Su trabajo es hacer pasar el tiempo por su esfera y nada más, sin responsabilidades de ningún tipo.
miércoles, 22 de octubre de 2008
El crepúsculo de los dioses


Vídeo-montaje con escenas de este clásico del cine.
sábado, 18 de octubre de 2008
No sólo huesos

martes, 14 de octubre de 2008
Besos sin sentido

sábado, 11 de octubre de 2008
Los premios literarios

Los premios literarios son de dos tipos: los que premian a una obra, que aún está en el mercado y por lo tanto sirven como reclamo publicitario para los posibles compradores y los que se conceden al conjunto de una obra, como el premio Nobel. Si todo el mundo reconoce los motivos de los primeros, es más difícil con los segundos, porque ¿cuál es la razón de premiar a estos escritores? Me imagino a los miembros del comité de selección del Nobel, o del Cervantes, o del premio Príncipe de Asturias de las Letras discutiendo: este año le toca a una mujer, que no, que a un francés, pero a ese no, que llevamos a muchos novelistas seguidos... En fin, hablarán de todo menos de libros. Este tipo de premios institucionalizan un nombre y lo hacen conocido internacionalmente, creo que esa es su función principal, más allá de agradecer su contribución a la cultura a una determinada persona o a un movimiento literario. Es curioso, como de repente, se añaden a sus apellidos, un apelativo extra: el de Nobel y como por arte de magia se convierten en objeto de deseo de medios de comunicaciones, universidades, círculos literarios y editoriales.
No me resistía a poner esta magnífica foto de Henri Cartier-Bresson de 1965, donde retrata en París a Le Clézio y a su esposa, como la pareja perfecta de jóvenes intelectuales, existencialistas y sesenteros.
martes, 7 de octubre de 2008
Añoranza urbana

Fui al casco viejo porque allí la ciudad seguiría siendo la misma, alejada de los edificios nuevos de las afueras. Siempre he preferido los centros de las ciudades, donde todo cambia más lentamente. Llovía como suele llover, a poco, calando constantemente la ropa. La piedra hacía resbalar la lluvia menuda. Allí el tiempo estaba tal como lo dejé, gente con paquetes y bolsas de un lado a otro, paraguas que se asomaban tímidamente por las calles. Esa era la ciudad que quería ver. Una sonrisa detrás de un té con limón me dio la bienvenida. Era consciente de la fecha, pero mi mente, que es traicionera, me transportó algunos años atrás, a momentos felices. Es curioso como vamos olvidando la rutina o los malos ratos, para quedarnos sólo con los recuerdos agradables. Hablamos y hablamos de todo un poco, de entonces y de ahora, de los cambios de la vida, de gente que probablemente no veremos nunca más. Hablamos y reímos, con ganas, sin el pesar de mirar los años pasados, sin malas caras. La recordaba igual, agradable, sencilla, con los cambios justos para demostrar que el tiempo había pasado, pero sin que nada fuera irreconocible. Luego dejó de llover y me despedí, sin drama, hasta pronto. Me despedí con esa infame manía mía de no calibrar bien lo que siento en el momento, por lo que siempre me quedo corto. Volví caminando por calles familiares. En una tienda vi un cartel que siempre me hizo gracia, seguía ahí después de todo. Sonreí. Volví a casa con esta última sonrisa.
viernes, 3 de octubre de 2008
Vicky, Cristina y el país de los tópicos
Vicky (Rebecca Hall) es sensata, prudente y busca un amor sereno del que pueda disfrutar toda la vida. Cristina (Scarlett Johansson) quiere sorpresa, pasión, un hombre que le remueva la realidad y la saque de este mundo. Vicky y Cristina son dos mujeres insatisfechas que buscan un país donde sus sueños se hagan realidad. Pero los países nunca son como nos los imaginamos, ni siquiera la Manhattan que sueña Woody Allen es como él cree que es. Siempre hay mucho más. Y es este el problema de teorizar con los tópicos. Está bien para dar una pincelada, pero el tópico es desconocimiento y ninguna obra se debería basar en éste. Todas las mujeres y todos los hombres son como Vicky y Cristina, queremos pasión y serenidad, sentido y sensibilidad y cuando tenemos lo uno añoramos lo otro e incluso queramos ambas cosas a la vez. Si una muere de amor por un pintor bohemio e intelectual, esta situación nunca puede ser definitiva, porque llega un momento en que la experimentación nos cansa y queremos algo más convencional. Si la otra tiene un novio formal a la antigua usanza, es lógico que quiera sentir en su propio cuerpo un amor arrebatado y prohibido. Los seres humanos somos así de contradictorios. Incluso diría más, esta argumentación se viene abajo porque es una generalización y como todas, hacen aguas cuando encuentran a una persona que no la cumple.

lunes, 29 de septiembre de 2008
Perfecta

miércoles, 24 de septiembre de 2008
El traductor simultáneo

domingo, 21 de septiembre de 2008
El otoño

jueves, 18 de septiembre de 2008
El obelisco de Aksum

Todo esto significa el obelisco de Aksum, botín de la invasión italiana de Abisinia en pleno auge del fascismo. Un gran pedazo de granito labrado de 1700 años y 25 metros de altura, que desde el año 1937, lucía en la plaza de la Porta Capena de Roma, enfrente de la sede de la FAO y del Circo Máximo. Mussolini lo arrebató de su placidez de siglos en tierras africanas como emblema de la superioridad italiana en el que iba a ser el germen del nuevo Imperio. Después de una ardua restauración y un difícil traslado, el 4 de septiembre de 2008 se reerigió en su ubicación original en Aksum (Etiopía), saldando una deuda que ya duraba 70 años. Un símbolo de los desmanes del fascismo que afortunadamente el gobierno italiano ha solucionado.
Esto me lleva a pensar en otras reclamaciones de patrimonio cultural: en los famosos mármoles del Partenón o la piedra de Rosetta del Museo Británico, en el bello busto de Nefertiti del Museo de Berlín, en el Altar de Pérgamo, también en Berlín o en los leones alados asirios del Louvre o del Museo Metropolitano. Todo ello fruto del saqueo colonial, símbolos de imperios aprovechados por otros imperios para destacar su poderío ante el mundo. Joyas que se encuentran a cientos de kilómetros de sus lugares de origen y que nos hacen pensar por que tienen aún el poder de retenerlas. Y parece ser que nadie da el paso para solucionar paradojas del mundo como la de que en Roma haya más obeliscos egipcios que en el propio Egipto o que para conocer el arte griego clásico lo mejor es ir al Museo Británico. Aplaudo la noble decisión italiana de devolver a los etíopes su obelisco. Con ella, la misma piedra que en Roma sólo podía ser causa de vergüenza del ratero fascismo, vuelve hoy a convertirse en una obra de arte.